DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
YA ESTAMOS EN MAYO
2018 avanza aceleradamente. Nos acercamos a la mitad de un
año pleno de expectativas favorables que tenemos la obligación de concretar.
Por supuesto que no me refiero a una fraudulenta elección presidencial
convocada y por ejecutarse al margen del Derecho y de la más elemental decencia
ética y política. Se trata de que esto que vivimos no puede continuar. El
trabajo activo para lograr el cambio de régimen que Venezuela necesita y el
mundo entero espera, se acerca al desenlace esperado.
Sin embargo hay factores preocupantes. Uno de ellos, muy
importante, es la dispersión activa de buena parte de la dirigencia opositora.
Partidos, grupos, asociaciones de diversa naturaleza, dentro y fuera del país parecieran
coincidir en los planteamientos fundamentales. Las declaraciones y manifiestos
son coincidentes en lo que realmente importa, pero pareciera muy difícil que lo
hagan conjuntamente, que se retraten juntos, que se deje de lado toda ambición
o aspiración personal y sectorial, para caminar enlazados por el mismo
propósito de lograr la dimisión de Maduro y el cambio de régimen.
Excluyo de estas reflexiones aquellos convertidos en aliados
conscientes o inconscientes de la dictadura. Tengo serias dudas en algunos casos y la total convicción de que algunos
sólo pagan parte de lo que están recibiendo o han recibido. Es la única
explicación posible con relación a quienes no son nuevos. Tampoco inexpertos
con relación a la política. Incluso algunos veteranos de tantas batallas que
parecen cansados de luchar tomando el camino de arriar las sagradas banderas de
la libertad y la vida en verdadera democracia. No es fácil entenderlo y muy
difícil aceptarlo. Pero la vida es así.
En esta hora compleja, llena de dificultades que el ciudadano
común sufre, de los múltiples problemas de la vida diaria sobre diagnosticados,
no se me quita de la mente el recuerdo de los presos políticos de estos años.
Incluyo en ellos tanto a los civiles como a las decenas de militares de distinto
grado y variadas características. Todos ellos producto del creciente
descontento que existe en todas las instancias de la vida nacional.
Pienso mucho en la desintegración familiar. Física más no
espiritual. Millones de compatriotas en una diáspora desesperada buscando
mejores condiciones de trabajo y de vida en el exterior. Todos con la ilusión
del pronto reencuentro en mejores condiciones de vida y trabajo allá o aquí. De
paso sin poder votar.
¿Porque no se habla de la corrupción, de Odebrecht, del
narcotráfico, de los escándalos mundiales de principales y allegados personeros
del gobierno que estremecen a diario la opinión pública internacional? Tampoco
de los medios nacionales e internacionales vetados. Represión, terror, amenazas
y acciones concretas no impedirán lo que tiene que suceder.
Lunes, 30 de abril de 2018
@osalpaz