martes, 6 de octubre de 2015

EL SUPER DRAMA COLOMBIANO - EXPRESO



Todo el mundo conoce la penosa realidad de Venezuela. Las enormes carencias de un pueblo sometido al margen del Derecho por una pandilla de ineficaces corrompidos y corruptores, ya parecieran no escandalizar a nadie. Amigos del exterior a veces creen que exageramos y, en el fondo, se nota un reclamo a nosotros mismos por supuesta inacción para poner punto final a la situación.
Pero en esta oportunidad debo desahogar la enorme inquietud interior que siento por el proceso de negociación que adelanta el gobierno colombiano con las FARC en La Habana. La mayoría de los jefes narcoguerrilleros pasaron años radicados en Venezuela, bajo protección y facilidades operativas tanto de Hugo Chávez como de Nicolás Maduro. Esto fue particularmente cierto a raíz de las duras derrotas militares que les proporcionaron las fuerzas militares de Colombia con la paradójica presencia de Juan Manuel Santos en el Ministerio de la Defensa.
Hay un tono de inmoral manipulación cuando se pretende dividir a ese país, al continente entero, entre partidarios de la paz y de la guerra. El dilema es falso. Toda Colombia quiere y ansía la paz, pero se niega a aceptar los aún desconocidos acuerdos de Cuba como una especie de capitulación del Estado frente a los responsables primarios de un conflicto de sesenta años, con más de doscientos mil muertos y la influencia determinante de otras estructuras del crimen organizado al servicios del narcotráfico, del contrabando, del chantaje de las llamadas vacunas y muchas desviaciones delictivas más que no cabrían en estos comentarios.
Todos queremos la paz. Para Venezuela es fundamental. Pero no puede haber reconciliación y decretar el final del conflicto, sin que se conozcan todos los alcances de la negociación. Aún está muy obscuro eso de la “justicia transicional”. Nadie ha sido capaz de dar una explicación satisfactoria. La Justicia no tiene apellidos, aunque su aplicación siempre deberá tener presente las circunstancias de su aplicación. Jamás deberá confundirse con impunidad, con complicidad ni con acciones propias de politiquería baratera que abandona a las víctimas humanas y materiales del conflicto. A estos efectos también resulta inaceptable equiparar a los responsables de los crímenes de la narcoguerrilla con las fuerzas militares regulares que han tenido la obligación de enfrentarlas y reducirlas a su más mínima expresión. Introducir elementos de política electoral interna en este tema atenta contra el concepto de Paz y de Justicia que debe prevalecer.
@osalpaz
Viernes, 2 de octubre de 2010
EXPRESO, Lima







1 comentario:

  1. Excelente su punto de vista. No entiendo que a Venezuela la haya invadido Cuba, las FAN en su oportunidad cumplieron su deber. Ahora nuestros militares van a recibir instrucciones allá. Tampoco que Colombia escoja a parciales para negociar la Paz.

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