jueves, 28 de mayo de 2015

VENEZUELA DESTRUIDA

Venezuela esta siendo destruida por la venalidad y la mediocridad del régimen iniciado por Hugo Chávez hace dieciséis años, hoy en manos de Nicolás Maduro, y también de una parte no poco importante del liderazgo nacional incluida cierta oposición oportunista y exageradamente calculadora.

En el alto gobierno y su entorno temen profundamente al juicio que necesariamente vendrá sobre esta izquierda estéril e inmoral, protagonista del más terrible fracaso de que tenga memoria el continente americano. Estos señores empantanaron toda la vida pública, embaucaron a los más pobres y tiene a la nación en hilachas indignadas, pero a la deriva. De las cosas más graves del balance es que lograron desprestigiar a la izquierda decente y democrática del vecindario.

Todos nuestros males están sobre diagnosticados. En Venezuela todo el mundo los conoce, los padece y maldice la hora en que la banda gobernante llegó al poder. Cuesta más que esa misma gente entienda las causas que facilitaron el fenómeno. Por eso nuestro fatigoso empeño en tratar de proyectar ante el mundo nuestra experiencia. Los sectores democráticos tradicionales se fueron agotando de manera progresiva sin asumir lo cambios que los tiempos estaban reclamando. Los partidos, cerrados sobre sí mismos, fueron dejando de ser las indispensables organizaciones intermedias entre el estado y la sociedad para convertirse en instrumentos personales de quienes los dirigían. Los empresarios, para evitarse complicaciones, se retiraron progresivamente de las responsabilidad de dirigir los gremios que los agrupan por lo que perdieron representatividad y poder efectivo ante el régimen. Pensaron que de esta manera ponían a salvo sus intereses económicos. Grave error frente a un gobierno que desarrolló una política de control total del poder económico, incluso al precio de destruir al aparato productivo privado, pensando que el poder político caería sin demasiado esfuerzo. Los resultados están a la vista. Lo lamentable es que algunos políticos y empresarios se plieguen a la retórica populista de un socialismo trasnochado para no aparecer como neoliberales o agentes del capitalismo.

En estas condiciones se abrieron todos los espacios para la penetración de los tentáculos del crimen organizado, esos que le sirven de instrumento al narcotráfico, al terrorismo, al lavado de dinero y a la militarización de la vida civil.

Hoy estamos frente a una dictadura del siglo XXI. El régimen apela a la represión, a la violencia física e institucional para liquidar toda oposición. La libertad desaparece cuando está condicionada por la voluntad del poder del estado. El problema no es la violación al estado de Derecho sino su inexistencia. En esta lucha somos clientes a la cárcel, ya tengo experiencia en eso, al exilio o al cementerio. La obligación es luchar a cualquier costo.

oalvarezpaz@gmail.com  
EXPRESO, Lima

EXTRAÑA SENSACIÓN

Venezuela está tan sobre cargada de problemas que cuesta escoger un tema para la obligada escritura. Son demasiados. Todos importantes y en pleno desarrollo. La histérica arremetida contra la libertad de expresión, las medidas represivas en contra de los 22 representantes de El Nacional, La Patilla y Tal Cual, los excesos extrajudiciales en contra de calificados presos políticos, el nerviosismo de Cabello ante la profundidad y cantidad de investigaciones serias existentes en su contra, el desconcierto de Maduro al no saber si eso es bueno o malo para él; poner a la Asamblea Nacional, al poder judicial, a eso que llaman el “poder moral” y a la dirigencia del partido oficialista a recoger firmas de “solidaridad” con el internacionalmente acusado, son apenas realidades que exhiben a la dictadura de cuerpo entero.

Podríamos continuar hablando de los problemas concretos del ciudadano común, pero siento que es innecesario. La gente los conoce mejor que nosotros. Los vive a diario. Sufre lo indecible hasta para mantenerse con vida y más o menos saludable. Llegamos al final de una tragicomedia en la que los demócratas estamos retados. Peleamos o nos rendimos. Diseñamos estrategias para convivir con la dictadura o nos unificamos con el objetivo superior de cambiar al régimen en el menor tiempo posible utilizando todos los recursos que ponen a nuestra disposición tanto la Constitución y el Derecho Positivo, como el Derecho Natural. La rebelión, el desacato, el desconocimiento a la autoridad ilegítima y otros, están claramente establecidos como derechos ciudadanos.

Voceros calificados de la opinión pública internacional se suman a la denuncia concreta contra el régimen. Las declaraciones trascienden el desastre económico y financiero. Los pronósticos son terribles. Las soluciones no se ven por ninguna parte. A eso se agrega lo político, lo de los presos y la represión. Por supuesto, también todo lo referido a la presencia del narcotráfico, del lavado de dinero y las vinculaciones con gobiernos y organizaciones terroristas del mundo. Para muchos, Venezuela es hoy un centro global de estas actividades.

Estamos frente a una dictadura del siglo XXI. La libertad desaparece cuando está condicionada por la voluntad de quienes dirigen los poderes del Estado. El problema de la Venezuela actual no es la violación sistemática al Estado de Derecho sino su inexistencia. Es la hora de ejercitar la razón frente a la realidad. Debemos recordar a la dirigencia opositora que lo primero es entender, pero una vez que se ha entendido hay que actuar. Ya basta de manosear, a veces torpemente, la realidad sin ánimo de cambio definitivo. Muchas veces aunque se hable de política, no se está haciendo política. Podemos triunfar, siempre y cuando…!

oalvarezpaz@gmail.com
EL NACIONAL

DICTADURA DEL SIGLO XXI

Con la llegada de la dictadura muere el ideal chavista del “socialismo del siglo XXI”. Tuvo desarrollo y final similares a todos los socialismos comunistoides que han existido en el mundo. Terminan en dictaduras incapaces de resolver problema alguno, pero sí de agravarlos y generar otros nuevos y más graves que los heredados. Venezuela es la última muestra sobre el planeta Tierra.

Lo más grave es que para retener el poder concentrado apelan a la represión sin límites, a la violencia física e institucional, a todo cuanto sea necesario para alcanzar el objetivo. El desconocimiento de los más elementales derechos humanos nos revela que lo peor no son las violaciones al Estado de Derecho, sino su inexistencia. La muerte del Derecho como instrumento regulador de la vida en sociedad y de ésta con el Estado, deja indefensa a la nación. Los ciudadanos quedan sometidos a las arbitrariedades y caprichos de quienes tiene en sus manos la totalidad del poder público. ¿Qué hacer? Pues, luchamos o nos rendimos.

Tenemos la obligación de ejercitar la razón frente a la realidad. Los males de Venezuela están sobre diagnosticados, pero la realidad se mueve de prisa como lo demuestran las medidas contra los 22 dirigentes comunicacionales de El Nacional, La Patilla y Tal Cual, los excesos contra presos políticos y la inaceptable utilización de todas las ramas del poder público para apoyar o garantizar la impunidad del mundialmente investigado presidente de la Asamblea Nacional. Maduro no sabe qué hacer. Tanto él como el alto gobierno civil y militar, temen el juicio que necesariamente vendrá sobre esta izquierda estéril e inmoral, responsable directa del fracaso más grande de que tenga memoria el continente americano. En su balance está el haber desprestigiado a la izquierda decente y democrática que aún queda entre nosotros y en el vecindario.

Hemos afirmado en varias ocasiones que la verdadera naturaleza del problema no es electoral sino existencial. Lo electoral debe utilizarse instrumentalmente, pero la lucha es con relación a los principios y valores fundamentales de la democracia. El objetivo es el cambio de régimen. Tenemos con qué y sabemos para qué. Hay trabajar y exponer para lograrlo.


oalvarezpaz@gmail.com 
DESDE EL PUENTE

jueves, 21 de mayo de 2015

¿QUIEN GOBIERNA EN VENEZUELA?




El caso venezolano no tiene precedentes en la historia contemporánea. Quizás tampoco desde la fundación de la República. No me refiero a la exagerada concentración de poder en la cabeza del ejecutivo, característica de todas las dictaduras, por las buenas o por las malas. También en algunas etapas democráticas debido a la exagerada personalidad, peso propio, del primer magistrado en contraposición con sus colaboradores u opositores de cualquier rango.

Aquí tenemos una peligrosa dualidad. Por un lado el señor Nicolás Maduro al frente del poder ejecutivo y por el otro, al recientemente ascendido a capitán Diosdado Cabello, cabeza del legislativo. Hay especulaciones sobre supuestos o reales enfrentamientos entre ambos, de acuerdos abiertos y encubiertos para repartir las cuotas de poder y mantener cierto equilibrio entre sus fuerzas. Sin embargo, el balance es abiertamente negativo para los dos. Ninguno sirve para algo útil y en manos de ambos el país se desmorona institucional y éticamente. ¿De cual de los dos es la mayor responsabilidad? ¿Quién tiene más poder? Las fuerzas armadas ¿que papel juegan en esta disputa? Estamos llegando al llegadero. No hay secretos eternos y las cosas salen progresivamente a la luz pública. Las cabezas del régimen lucen empantanadas en un fango que arropa a ambos titulares. El resto de los poderes públicos lucen como simples peones de quinta categoría, ejecutores ciegos de los disparates de quienes han aceptado como  superiores.

Nunca como ahora quienes han ejercido la Presidencia de la República o de la Asamblea Nacional, habían estado tan alejados de sus deberes y obligaciones constitucionales, trabajando al margen y en contra de un ordenamiento jurídico que desaparece en medio de la arbitrariedad y el caos reinante.

La verdad es que siento mucho desprecio por estos tiempos y una gran tristeza por mi país. Decepciona el rostro baboso de la mediocridad de muchos compatriotas de este tiempo. Confieso que en esta hora me siento muy sólo y la soledad genera un frío intenso. Pero también ofrece espacio para la reflexión y para alimentar la fe inquebrantable en un futuro mejor. Está por empezar. Este pueblo pacífico y cívico, empieza a ejercer su derecho a la legítima defensa. Nadie puede censurarlo.

oalvarezpaz@gmail.com  Lunes, 18 de mayo de 2015 

DESDE EL PUENTE