martes, 2 de febrero de 2016

CONFLICTO DE PODERES



 CONFLICTO DE PODERES
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima

A veces tengo la impresión de estar demasiado repetitivo con relación a la situación venezolana. Puede ser verdad, pero lo que estamos viviendo dificulta mucho centrar la atención en materias distintas. Sobre todo cuando analizamos las distintas realidades de esta parte del mundo y vemos los peligros reales existentes en algunas naciones que podrían caer en la misma fosa tragicómica. En definitiva, se trata de una prueba adicional del fracaso del dogmatismo socialista a la cubana, encubierto retóricamente con eso del “socialismo del siglo XXI”. En definitiva estamos sufriendo de tiranía, lo que tenemos es una dictadura del siglo XXI con algunas características diferenciales de las que hemos conocido hasta ahora. En este caso, ante el rechazo generalizado de la población, se apela a un populismo desbordado, pero sin los recursos que antes se tuvieron. Los ingresos petroleros sirvieron para lo uno y su caída, para lo otro, es decir, para mostrar la farsa en toda su estatura.
Más allá de la sobre diagnosticada realidad venezolana, ahora se presenta una crisis de enfrentamiento entre algunas ramas fundamentales del poder público. Tenemos un jefe del poder ejecutivo legalmente designado pero carente de legitimidad de origen y de ejercicio. Bajo su control el poder judicial gracias, entre otras cosas, a la designación inconstitucional de la mayoría de los magistrados, sin embargo, basta su probada lealtad a la “revolución” para conseguir y mantener sus posiciones. Igual cosa podemos decir de algo que llaman poder moral o poder ciudadano, integrado por la Fiscal General, la Defensoría del Pueblo y la Contraloría General. Gracias a las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre, el pueblo dio a la oposición una mayoría superior a las dos terceras partes de la Asamblea Nacional. El poder legislativo cambió de manos anunciando su decisión de ejercer a plenitud las atribuciones que la Constitución le señala. Controlar, fiscalizar a las demás ramas del poder público y legislar en el marco del orden jurídico.
La crisis ya está planteada. El Tribunal Supremos de Justicia, especialmente la Sala Constitucional y la Sala Electoral, anuncian una supremacía que no tienen y junto al señor Maduro declaran el desconocimiento de la autoridad de la Asamblea. El problema avanza en un país sin seguridad personal ni jurídica, sin alimentos, sin medicinas, con el sistema educativo deteriorado y la planta física de la nación por los suelos, pero con corrupción campante. Ahora se agrega la falta de agua y de luz. El malestar se siente igual en unas fuerzas armadas atentas y resueltas a reivindicar su deteriorada imagen, Atención.
@osalpaz
Sábado, 30 de enero de 2016

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