lunes, 7 de marzo de 2016

LA CORRUPCIÓN, PECADO MAYOR



 LA CORRUPCIÓN, PECADO MAYOR
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima

En Latinoamérica y el mundo estamos fatigados por tantos escándalos alrededor de la corrupción. La gente los ubica fundamentalmente en los gobiernos, en las empresas que de él dependen y en ciudadanos prevalidos que se aprovechan económicamente de la cercanía o amistad con funcionarios claves. El hecho cierto es se multiplican corruptores y corrompidos en todas partes, mientras que la gente pierde fe y confianza en las instituciones democráticas que deberían estar blindadas frente a estas desviaciones.
El caso venezolano lo hemos comentado innumerables veces. También otros, tan graves o parecidos. Argentina, Bolivia, Ecuador, países centroamericanos, España, Francia y paremos de contar, multiplican espacios en las páginas negras de los medios de comunicación. La corrupción es el tema protagonista de la noticia.
La semana pasada le tocó nuevamente el turno a Brasil. Todo lo que se comentaba en voz baja pareciera haber salido a la superficie con una fuerza impresionante. Pareciera no haber retroceso en los procesos que están en marcha. El expresidente Luiz Ignacio Lula da Silva, jefe del Partido de los Trabajadores y cofundador del comunistoide Foro de Sao Paolo, izquierdista y “revolucionario”, fue llevado a declarar ante las autoridades competentes por su presunta responsabilidad en el desvío de más de cinco millones de dólares de PETROBRAS hacia una fundación que él preside y lleva su nombre. Además, se especula por el pago de otros dos millones y medio de dólares en pagos directos como honorarios por conferencias y participación en eventos de variada naturaleza. Aún faltan por establecerse otras investigaciones en marcha con relación a conocidas empresas constructoras internacionales brasileñas, algunas de las cuales tienen años operando en Venezuela. Sus más conocidos dirigentes están presos y sometidos a juicio en Brasil.
Aún desconocemos cual será el desenlace de todo esto, pero los indicativos apuntan hacia la presidente Dilma Rousseff. Su gobierno se tambalea. Ministros bajo sospecha algunos y otros renunciando para desmarcarse ante lo que pareciera una inevitable caída del régimen.
No escribo con emoción o alegría. Lo hago con una profunda tristeza por la naturaleza de las cosas que están apareciendo. De confirmarse las denuncias que conocemos, los responsables merecerían las sanciones más elevadas posibles. A mayor jerarquía, mayor responsabilidad para el manejo honesto y ético de los dineros y asuntos públicos. Ya basta de impunidad cómplice entre corruptores y corrompidos. Hacen falta lecciones ejemplarizantes.
En el caso venezolano las ollas podridas también se están destapando en la recién inaugurada Asamblea Nacional. A pesar de las maniobras arteras del poder ejecutivo y de una justicia de pacotilla y cómplice, la verdad asoma con fuerza indetenible.
@osalpaz
Sábado, 5 de marzo de 2016

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