Con la llegada de la dictadura muere el ideal chavista del
“socialismo del siglo XXI”. Tuvo desarrollo y final similares a todos los
socialismos comunistoides que han existido en el mundo. Terminan en dictaduras
incapaces de resolver problema alguno, pero sí de agravarlos y generar otros
nuevos y más graves que los heredados. Venezuela es la última muestra sobre el
planeta Tierra.
Lo más grave es que para retener el poder concentrado apelan
a la represión sin límites, a la violencia física e institucional, a todo
cuanto sea necesario para alcanzar el objetivo. El desconocimiento de los más
elementales derechos humanos nos revela que lo peor no son las violaciones al
Estado de Derecho, sino su inexistencia. La muerte del Derecho como instrumento
regulador de la vida en sociedad y de ésta con el Estado, deja indefensa a la
nación. Los ciudadanos quedan sometidos a las arbitrariedades y caprichos de
quienes tiene en sus manos la totalidad del poder público. ¿Qué hacer? Pues,
luchamos o nos rendimos.
Tenemos la obligación de ejercitar la razón frente a la
realidad. Los males de Venezuela están sobre diagnosticados, pero la realidad
se mueve de prisa como lo demuestran las medidas contra los 22 dirigentes
comunicacionales de El Nacional, La
Patilla y Tal Cual, los excesos contra presos políticos y la
inaceptable utilización de todas las ramas del poder público para apoyar o
garantizar la impunidad del mundialmente investigado presidente de la Asamblea Nacional.
Maduro no sabe qué hacer. Tanto él como el alto gobierno civil y militar, temen
el juicio que necesariamente vendrá sobre esta izquierda estéril e inmoral,
responsable directa del fracaso más grande de que tenga memoria el continente
americano. En su balance está el haber desprestigiado a la izquierda decente y
democrática que aún queda entre nosotros y en el vecindario.
Hemos afirmado en varias ocasiones que la verdadera
naturaleza del problema no es electoral sino existencial. Lo electoral debe utilizarse
instrumentalmente, pero la lucha es con relación a los principios y valores
fundamentales de la democracia. El objetivo es el cambio de régimen. Tenemos
con qué y sabemos para qué. Hay trabajar y exponer para lograrlo.
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