martes, 24 de noviembre de 2015

ALERTA MÁXIMA - EXPRESO, Lima



En Venezuela están dadas todas las condiciones para llegar al final de una confrontación terrible de casi dos décadas. Las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre no servirán para cambiar al Poder Ejecutivo, pero sí serán una extraordinaria manifestación de la voluntad de cambio de un pueblo harto, fatigado y golpeado como nunca antes en la historia del país. Nada funciona bien. Todo camina para peor. Pero los escándalos derivados de la ineficiencia, de la ideologización comunistoide y de la corrupción, la cual por cierto, toca a las puertas de la pareja que se desempeña a la cabeza del gobierno, termina por cerrar el círculo aislando al régimen del resto de la nación.
En el alto-gobierno cívico-militar, como gustan auto denominarse los forajidos, no hay señales de arrepentimiento, propósito de enmienda ni voluntad de rectificación. Al contrario, amenazas a diestra y siniestra y profundización de la “revolución” los condenan progresivamente al desprecio público.
Pero como suele suceder, al tomar conciencia de que sus días están contados en el poder, de que la cuenta regresiva es irreversible, se preparan para cuidarse las espaldas y, mientras tanto, impedir a como dé lugar, el inevitable cambio que se avecina. Electoralmente saben que sólo con un inmenso fraude podrán tratar de impedir la derrota. Ese fraude ha sido de ejecución progresiva. No se manifestará exclusivamente en las mesas de votación, sino en la maraña de obstáculos impuestos a los sectores democráticos, en la represión abierta y encubierta y múltiples actuaciones sobre diagnosticadas que ya no engañan a nadie.
Una de las maniobras más arteras es la de impedir la presencia para las elecciones de observadores internacionales calificados, en misión de organismos como la OEA, la Unión Europea, la ONU y otros organismos especializados que han sido rechazados como tales. El Consejo Nacional Electoral invitó a UNASUR  como “acompañante”, la cual ha designado una comisión especial presidida por Leonel Fernández, expresidente de República Dominicana la cual no es miembro de Unasur, y coordinada por José Luis Exeni, estrecho colaborador del socio Evo Morales. Se trata de un juego demasiado perverso pero revelador de lo que puede suceder.
Lo cierto es que el cambio resulta indetenible. Para evitar una verdadera tragedia, Nicolás Maduro debería renunciar para facilitar la transición.
@osalpaz
Sábado, 21 de noviembre de 2015

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