martes, 3 de noviembre de 2015

REFLEXIONES CONTINENTALES - EXPRESO, Lima



Son muchos y muy variados los temas de reflexión sobre el continente americano. Desde Canadá hasta Argentina la temática cambia con  excepcionales coincidencias que se repiten en algunos de nuestros países. Pero el hecho cierto es que los malos gobiernos, la ineficacia, las crecientes corruptelas convertidas en progresivos escándalos sin desenlaces adecuados a la justicia, el narcotráfico, las actividades subversivas abiertas o encubiertas incluyendo manifestaciones terroristas, todo ello y mucho más coloca a Latinoamérica en una deplorable situación ante la historia. No es igual en todas partes. Algunas naciones no han caído en el penoso desastre que se vive en Venezuela, ni sufren el acelerado deterioro de Argentina, Brasil o México, pero en general y con excepciones, vamos mal, muy mal.

Buscando respuestas adecuadas miramos hacia Estados Unidos. A pesar de los múltiples problemas que enfrenta internamente y los derivados de su condición de su liderazgo indiscutido en el mundo entero, sale airoso de casi todas las pruebas. Es fiel a sus valores fundamentales. Hubo americanos que no sólo tuvieron principios muy sólidos, sino que los convirtieron en leyes y construyeron las instituciones necesarias para hacerlas efectivas.
¿Cuáles fueron esos principios? Una corta lista incluye la búsqueda de la felicidad, el fortalecimiento individual de la persona humana, el progreso y la libertad. Para pasar de los deseos a los hechos dieron impulso tremendo a la ciencia y a la tecnología en las áreas necesarias, garantizando el acceso a la cultura para que todos puedan vivir de acuerdo a sus propias convicciones, modo de vida y relaciones personales. Esto lo obtengo de unas notas tomadas de “The Party of Modernity”, viejo ensayo referido a Estados Unidos, pero de validez universal.
Estamos en una hora que exige definiciones claras. Debemos desconfiar de quienes se las dan de “imparciales” frente a los retos del presente. Esa imparcialidad es, con demasiada frecuencia, el disfraz tramposo de los oportunistas. Lo lamentables es que algunos se pliegan a la retórica populista, por simple demagogia para no aparecer como liberales, aunque en sus actuaciones diarias superan con creces esta condición.
Década y media del siglo XXI indica que estamos atrasados con relación al mundo. Obligatorio definir objetivos, trazar estrategias claras para alcanzarlos y enterrar el miedo a los cambios indispensables que nos retan a diario. Es posible, siempre y cuando no falle la voluntad.
@osalpaz
Sábado, 31 de octubre de 2015

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