jueves, 4 de junio de 2015

CONTRA LA CORRUPCIÓN



  El proceso culminado el pasado viernes con la reelección de Joseph Blater por cuarta vez como presidente de la FIFA, sembró honda preocupación en el mundo entero. Salieron a la luz pública secretos, muchos de ellos guardados a voces, sobre las desviaciones y corruptelas en el futbol internacional. Latinoamérica ocupa espacio protagónico junto a áreas específicas de otros continentes.

Paralelamente las investigaciones anunciadas desde Estados Unidos y Suiza, órdenes de detención incluidas, por graves hechos de corrupción y lavado de dinero, son las más serias manifestaciones de la magnitud del problema. Junto al drama del terrorismo, la corrupción pasa a ser co-protagonista de las peligrosas deformaciones que observamos en el orden internacional.

Ninguno de nuestros países escapa al problema de la corrupción. Aunque los escándalos se vinculan por lo general a gobiernos y funcionarios públicos, en los sectores no oficiales, es decir, privados también existe en creciente grado de expansión. Se trata de una ecuación donde participan con igual responsabilidad corrompidos y corruptores, en casi todas las actividades existentes.

Vale la pena señalar que los funcionarios públicos indolentes, ineficientes, incumplidores de sus tareas o prepotentes en el trato a terceros, también incurren en corrupción. Trasciende el hecho de robarse un dinero o recibir una comisión para cumplir trámites en el marco de sus deberes específicos. Todos son financiados con dineros de la nación, despilfarrados por la negligencia e irresponsabilidad de muchos funcionarios públicos.

Sin queremos mantener y elevar la confianza, la credibilidad de la gente en sus gobiernos e instituciones del Estado, hay que luchar a fondo en contra de la corrupción en todas sus manifestaciones. Lo primero es crear conciencia del problema. Hacerlo entender. Pero una vez entendido, actuar con radicalismo y sin contemplaciones hasta erradicarlo. No importa el porcentaje del éxito que podamos lograr. Actuando siempre avanzaremos en la creación de una cultura adecuada a las exigencias de la ética, de la honradez integral necesaria para adecentar tanto la política como el ejercicio de la función pública.

Así como hay gente que se opone a las tiranías y a las guerras sin hacer nada para evitarlas, también sucede lo mismo con la corrupción. Tiene que haber relación entre el objetivo y las acciones para alcanzarlo. Estamos hartos de retórica inútil. Muchas veces esconde complicidades para avanzar impunemente en el camino del enriquecimiento ilícito. Es tiempo de ir a la raíz del problema. Se trata de un drama existencial para nuestros países.


oalvarezpaz@gmail.com Sábado, 30 de mayo de 2015

EXPRESO, Lima

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