jueves, 25 de junio de 2015

INCREÍBLE, PERO CIERTO

En Venezuela están sucediendo muchas cosas. Parecen increíbles, pero lamentablemente son ciertas. De bastantes hemos dado cuenta en estas notas semanales. Me consta que algunos las consideran exageradas. Incluso viejos amigos en conversaciones personales, normalmente telefónicas o por internet, nos dicen que “no puede ser”, que es imposible que se llegue a tanto en estos tiempos globalizados. Pero la verdad, la pura verdad, es que el país está muy mal y camina aceleradamente hacia peor.
En la misma medida en que el fracaso del régimen en todas las áreas de la actividad nacional, mayor es la desesperación de quienes lo dirigen. Esto incluye, por supuesto al gobierno cubano. Se trata de los padrinos orientadores por excelencia en un doble juego en la que Venezuela lleva la peor parte. La desesperación es mala consejera y empuja al alto gobierno cívico-militar, así les gusta autocalificarse, a apelar con mayor frecuencia y rudeza a la represión indiscriminada. El uso de la violencia física e institucional está a la orden del día con prescindencia de un ordenamiento jurídico inexistente, sumamente incómodo para los gobernantes e inútil para los gobernados abandonados a su propia suerte.
Lo último ocurrió el pasado jueves. Luego de varios intentos fallidos, llegaron a Venezuela ocho senadores brasileros encabezados por el excandidato Aecio Neves, conocido político dentro y fuera de su país. Estuvieron retenidos dentro del avión por largo rato hasta que finalmente autorizaron el desembarco. Debemos aclarar que la visita fue anunciada previamente a la cancillería venezolana y en el aeropuerto se encontraba el embajador de Brasil y un grupo de dirigentes democráticos. Les fue imposible la entrada a Caracas. El transporte estuvo retenido, con diversos argumentos secundarios, por efectivos de la Policía Nacional Bolivariana y cuando finalmente pudieron emprender la marcha, resultaron agredidos por una turba de maleantes al servicio del régimen quienes entre gritos, insultos, piedras y golpes impidieron que la misión pudiera cumplirse. Tuvieron que volver al aeropuerto y regresar a su país de origen. Los medios internacionales han dado fe de los incidentes. En Venezuela se acabó la libertad de expresión. Internamente se sabe poco, pero se percibe algo grave en el ambiente.
En general se trata de un grave problema vinculado a las descaradas violaciones a los derechos humanos y a un errado concepto de soberanía que ya no sirve para estos tiempos. La “no injerencia” invocada todos los días frente a las inquietudes del mundo, esconde el miedo a que la verdad sea descubierta y proclamada.
oalvarezpaz@gmail.com   22 junio 15
EXPRESO, Lima

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