jueves, 25 de junio de 2015

DICTADURA Y CAMBIO


El camino ha sido largo y culebrero. En dieciséis años y algo más, el régimen ha recorrido la ruta que lleva de la democracia a la dictadura. Imperfecta la primera, con acciones y omisiones indeseables desatendidas e injustificables. La segunda con pretensiones de ser modelo para el “socialismo del siglo XXI” del que tanto se habló. Además de imponerse en Venezuela se extendería por todo el continente y mediante alianzas abiertas y encubiertas con gobiernos, oposiciones y organizaciones de variada naturaleza pronto se convertiría en experiencia válida para los pueblos del mundo.
Pero, como ha sido dicho tantas veces, “los deseos no preñan”. La experiencia se convirtió en un fracaso total, ejemplo imponente de lo que no se debe hacer jamás. Total fracaso de una ideología probadamente fracasada en el pasado remoto y reciente. También de unos equipos humanos sin preparación ni mediana cultura. Ineptos, con abierta tendencia hacia el facilismo y la corrupción que corrompió además a muchos venezolanos. No sólo los protagonistas internos del desastre tendrán que responder pronto ante la historia, también los externos. Especialmente la Cuba castrista, dueña y señora de las áreas fundamentales de la vida nacional. La nefasta influencia de iraníes, iraquíes, de grupos islámicos radicalizados, de rusos mercantilizados y paremos de contar, también entran en la órbita de las responsabilidades. La presencia de tentáculos de organizaciones terroristas internacionales y, especialmente, del narcotráfico en sus múltiples actividades, obliga a decisiones trascendentes que no admiten mayores dilaciones.
El país está destruido. Todos los análisis serios, nacionales e internacionales, coinciden en que caminamos hacia peor. No hay propósito de enmienda, ni arrepentimiento en el régimen. Saben que el piso se mueve, que pueden desplomarse ruidosamente y buscan ganar tiempo a cualquier precio tratando de debilitar, de desprestigiar al máximo a las organizaciones de la sociedad civil, partidos incluidos, que trabajan por el cambio. La represión está a la orden del día. Adiós al Derecho, a la Constitución, a los derechos humanos, civiles y políticos. Entre ellos la protesta, la libertad de expresión. Del sueño originario se pasa a una aberración del pasado, a la dictadura totalitaria que hoy padecemos. No hay democracia. Se trata de una tiranía quizás peor que las de antes.

Esto no puede ni debe continuar. En esta oportunidad el fraude instrumentado por el CNE, pero dirigido desde la cúpula, no les alcanzará para burlar la voluntad general de una nación harta, indignada y dispuesta a colocar nuevamente el nombre de Venezuela en la ruta de la dignidad, el decoro y la libertad. El cambio es inevitable, más pronto de lo que desprevenidamente puede percibirse.

oalvarezpaz@gmail.com  20 junio 15

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