Desde el inicio de su pontificado hemos estado atentos a las
palabras y a las acciones de Su Santidad Francisco. Unas y otras en absoluta
correspondencia con lo que son principios y valores fundamentales de la
Iglesia. El viaje que acaba de concluir, un interesante periplo por Cuba y
Estados Unidos, fortalece nuestra convicción sobre la importancia y grandeza
del Papa Francisco. No se necesita explicar la eficiente labor política y
pastoral para entenderlo.
Hay quienes olvidan que Francisco es un Jefe de Estado. Nada
menos que del Vaticano. Tiene obligaciones que lo obligan a comportarse como
tal, especialmente en lo relativo a la extraordinaria gestión que como intermediario cumple para el
restablecimiento y normalización de las relaciones entre ambas naciones. Hasta
hace pocos años parecía imposible, pero hoy es una realidad favorable a la
vista, aunque aún esté lejano el día del retorno a una democracia plena en la
Isla. El fervor popular alrededor de su visita y la respetuosa conducta del
gobierno, respaldan la naturaleza de su discurso. Sin caer en extremismos fuera
de sitio y lugar, el mensaje tuvo una significación y alcances de frutos que se
recogerán a corto plazo.
Debo confesar que los discursos fundamentales, ante el
Congreso de Estados Unidos y en la Organización de las Naciones Unidas, ONU, me
hicieron recordar nuestros primeros pasos en política, desde las filas de la
Juventud Revolucionaria Copeyana y la Democracia Cristiana Universitaria, DCU.
Las mismas lecciones básicas, casi que en lenguaje similar al de nuestros
fundadores y maestros. Ojalá y los actuales dirigentes de este COPEI,
independientemente de sus ubicaciones grupales, y los millones de
socialcristianos alejados de la actividad partidista, estudien a fondo todos
los mensajes de Francisco desde el principio del mandato hasta el día de hoy
con el relativo a la familia.
El relanzamiento, moderno y claro, de la Doctrina Social de
la Iglesia ofrece un camino abierto y viable para quienes no son ni comunistas,
ni socialistas, ni socialdemócratas, ni neoliberales rabiosos. También para
quienes desde diversas trincheras hacen oposición activa y pasiva a los
regímenes totalitarios y dictatoriales que van quedando en el mundo. Venezuela
a la mano de Cuba, es hoy día ejemplo primario de lo que no puede aceptarse. La
lucha por la dignidad de la persona humana, es decir la libertad y el respeto
hacia el individuo, la perfectibilidad de la sociedad civil y la justicia
social como instrumento para alcanzar el bien común adquieren una nueva dimensión
para darle piso a quienes aspiran a vivir en una verdadera democracia. Gracias
Francisco.
Sábado, 26 de septiembre de 2015
@osalpaz
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