Estos días han sido tristes, muy tristes, pero también muy
significativos con relación a la verdadera naturaleza del régimen que gobierna
en Venezuela. El alto mando “cívico-militar” que maneja a su antojo, al margen
de la Constitución, de las leyes y del sentido común, los asuntos de la
República acaba de cometer uno de los más graves errores de la historia
nacional. El tan mentado “bolivarianismo” de la revolución fue lanzado al cesto
de la basura, lleno de muchos disparates perversos-
Colombia y Venezuela tienen la misma tradición. Estamos
unidos por el idioma, la religión, las costumbres, los Libertadores comunes y
por millones de compatriotas de uno y otro país con familiares, amigos y
actividades productivas en ambos lados de la frontera. Hace algunos años, un
expresidente de Venezuela dijo al llegar a Colombia una frase que nunca he
olvidado: “He venido de Caracas a Bogotá sin salir de la patria de Bolívar”.
Pudiera emborronar muchas cuartillas para explicar lo que se siente, pero creo
que es innecesario. Tenemos cultura y economías complementarias que suplen las
necesidades de uno u otro lado de la frontera, de acuerdo a las necesidades
circunstanciales de cada parte. Siempre circunstanciales y transitorias. Todo
cuanto sucede en uno de los países repercute en el otro. Así ha sido y sigue
siendo.
La ignorancia ideologizada de los gobernantes nos colocó al
borde de un conflicto mayor con Guyana. La torpeza, tanto de declaraciones como
de acciones concretas, aisló al país sufriendo el rechazo de la mayoría
interior y de casi todos los organismos internacionales viejos y nuevos. En el
afán de levantar ánimos patrioteros ahora apuntaron a Colombia. Gravísimo y
fatal error a menos de 150 días de las elecciones parlamentarias.
Soy un hombre nacido, formado y desarrollado en la frontera.
Desde Maracaibo y la Guajira adquirimos conciencia plena de nuestra hermandad
con los colombianos. Las amistades de niños se convirtieron con los años en
sólidas alianzas espirituales más allá de lo político y lo económico.
Cerrar la frontera en la zona numéricamente más importante,
deportar a millares de personas, dividir familias, militarizar absurdamente,
demoler sus viviendas, marcarlos como ganado al mejor estilo nazi,
nacional-socialista- golpes, torturas a la vista para sembrar miedo y terror,
todo ello y mucho más es imperdonable. Pasarán a la historia como lo que son.
Cretinos, bestias cegados por el dinero y el poder a quienes se les agota el
tiempo.
Más de cinco millones de colombianos viven en Venezuela. Tres
de ellos entre los estados Táchira y Zulia, bastiones fundamentales de la
oposición. La hora de la justicia se acerca. Nada ni nadie podrán detener la
fuerza del cambio que se avecina.
Sábado, 29 de agosto de 2015
@osalpaz
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