jueves, 23 de julio de 2015

EXPRESO - MÁS DE LO MISMO



Escribo en viernes. Se instala en Brasil la 48° Cumbre de Mercosur. Ahora se anunció el ingreso como miembro pleno de Bolivia y un intenso cabildeo de los presidentes de Guyana Esequiba y de Venezuela, buscando solidaridad y apoyos para la causa que cada uno sostiene con relación al diferendo limítrofe que sostienen ambos países desde tiempos inmemoriales. Lamentable, ya que entre ambos existe un acuerdo suscrito en Ginebra en 1966 estableciendo los mecanismos a seguir para llegar a una solución satisfactoria para ambas partes. Allí se establece la bilateralidad del procedimiento que están abandonando en busca de protagonismo plural. El problema es de fondo. Pero Mercosur no es el escenario adecuado para estos fines. En definitiva esa estructura, esencialmente democrática y con fines económicos y financieros de integración, se aparta progresivamente de sus fines específicos. Ojala me equivoque, pero se trata de una cumbre más, pero algo peor que las anteriores. Muchos factores negativos importantes rodean a algunos de los protagonistas. Entre otros el de la corrupción que pareciera ser el cáncer terminal que hace metástasis en buena parte del continente.
Confieso que no estoy en ánimo optimista en relación a nuestros problemas comunes. Eso no me deprime. Todo lo contrario, tensa el ánimo y la disposición de lucha para superar la difícil situación que millones de latinoamericanos estamos padeciendo. Un pesimista de hoy puede ser, perfectamente, un optimista realista. Pero sin crear escenarios fantasiosos para continuar en esta mezcla hipócrita de mentira y disimulo que tanto atrae a algunos políticos de primera línea. Siento una tensión creciente en casi todas partes y el asomo de confrontaciones pequeñas que se multiplican, sin desenlaces satisfactorios a la vista.
En algunos de nuestros países reina la incertidumbre, liquidando la paz. Aunque no exista guerra declarada, la falta de serenidad hace imposible que la vida transcurra normalmente.
Siento mucho desprecio por estos tiempos, tristeza por mi país y decepción por el rostro baboso de la mediocridad que enseñan demasiados líderes del vecindario. Por eso invito a no desmayar en la lucha por la libertad y la democracia. En estos tiempos eso que llaman imparcialidad sólo sirve como disfraz tramposo a muchos oportunistas. Debemos establecer una relación directa entre los objetivos a alcanzar y los actos a ejecutar.
oalvarezpaz@gmail.com  Viernes, 17 de julio de 2015




EXPRESO - SEMANA INTERESANTE



La visita de Su Santidad Francisco a varios países de Suramérica ocupó la mayor parte de los titulares y análisis de los comentaristas internacionales. No era para menos. Tanto en Ecuador como en Bolivia y Paraguay se viven tiempos difíciles a los cuales no es ajeno el primer Pontífice latinoamericano, quien dicho sea de paso, es un prominente jesuita. Todo dentro de lo previsto y apegado a un nuevo estilo generador de esperanzas en cuanto a la necesidad de reformas importantes dentro de la Iglesia Católica que dirige.
La sencillez del Papa, la claridad del lenguaje, el llamado a la renovación sin ruptura y el apego a los principios fundamentales lo convierten en uno de los más importantes, quizás el más importante, de los líderes del planeta. Lo hemos seguido de cerca. Invitamos a la lectura de al menos dos importantes discursos, ambos en Ecuador. Uno en Quito y el otro en Guayaquil. Contienen una clara síntesis de cuanto queremos trasmitir. Nuestra identificación es total con su mensaje.
Pero no podemos limitar estas reflexiones a la visita de Francisco. Por estos días el presidente de Perú, Ollanta Humala, al referirse a temas más terrenales e inmediatos llegó a afirmar que “si a Venezuela le va mal, le irá mal a Suramérica”. Pues bien, el señor presidente tiene que saber que Venezuela es un país en liquidación. Destruida su economía, con el aparato productivo en el suelo incluida la infraestructura petrolera, petroquímica y las industrias básicas que complementaban el desarrollo del país. No se le puede escapar que el país tiene el índice inflacionario más alto del continente y el tercero del mundo. La pobreza se multiplica y el desempleo se apodera de la nación que busca en las actividades informales un respiro para vivir. Todo esto y mucho más, palidece ante la multiplicación de las estructuras formales e informales del crimen organizado, base del narcotráfico y del terrorismo. La vida no vale nada en la Venezuela dirigida por la dupla Nicolás Maduro-Diosdado Cabello, ahora en plan belicista frente a Guyana, Surinam y hasta Colombia, con relación a viejos diferendos territoriales y vinculados a aguas marinas y submarinas. Se embarcan en una anticuada retórica guerrerista amenazadora en contra de estos vecinos, colocándolos como serviles al “imperio  norteamericano” y a los intereses de trasnacionales petroleras. El objetivo es despertar una emoción patriotera para disimular los terribles males de la nación. Entre otros, la ineficacia y alta corrupción del régimen. Sin embargo, en secreto gestionan apoyo de Estados Unidos y de la Unión Europea. Todo se sabe.
Así es que, respetado presidente Humala, Venezuela ya está mal, muy mal y camina hacia peor. Lo grave es que el proceso avanza ante la mirada silenciosa y hasta cómplice de gobiernos y grupos políticos que dicen una cosa en privado, pero miran para otro lado cuando corresponde actuar públicamente.
oalvarezpaz@gmail.com

DESDE EL PUENTE - CONFRONTACIÓN FINAL CERCANA



No me refiero a las elecciones parlamentarias de diciembre próximo. Son importantes, como toda elección, fraudulenta o democrática, pero no van más allá de ser un paso enorme hacia la definitiva liquidación del régimen impuesto en Venezuela. Tampoco le pongo fecha o plazo fijo al final que se acerca. Simplemente recojo la voluntad general de una nación harta, fatigada e indignada con la evolución de la situación actual. Esta nación no acepta más de lo mismo. Tampoco puede ser engañada a punta de publicidad continuista o de agresiva propaganda destinada a detener la irreversible voluntad de cambio existente.
El esquema castro-chavista sintetizado con el recurso retórico de “socialismo del siglo XXI”, es un fracaso más en el mundo del comunismo internacional, en cualquiera de sus experiencias mundiales. El desastre no tiene explicación posible, más allá de ratificar la inoperatividad del sistema totalitario, sumado a la incompetencia y corrupción de los máximos protagonistas del proceso. Gente corrompida que se convirtió en corruptora de propios y extraños, empezando por sus propios partidarios.
La nación piensa hoy en el futuro de su gente. Sabe que todo está en peligro. La seguridad de las personas y de los bienes, de las empresas y la libertad para vivir y producir, del estado de derecho como instrumento para la convivencia civilizada. Todos sabemos que no hay forma de garantizar un mañana mejor a nuestros hijos y nietos mientras este régimen se mantenga. Ya es demasiado tarde para esperar cambios trascendentes o rectificaciones gubernamentales. Las señales que envían van en dirección contraria, es decir, hacia la radicalización y profundización de las líneas maestras de las políticas aplicadas hasta ahora. Nadie podrá ser engañado con los últimos arrebatos patrioteros y militaristas con lo que pretenden disimular tres quinquenios de desidia, negligencia y hasta de complicidad imperdonable, con relación al problema con Guyana y la reclamación territorial de Venezuela.
El cambio debe ser en el menor tiempo posible, asumiendo la responsabilidad de ir a una confrontación final que será, sin duda, peligrosa y de resonancia planetaria, pero definitiva. No se trata de un viaje de retorno al pasado, sino de marchar con coraje hacia adelante con la fuerza de la que seamos capaces y utilizando todas las vías existentes. Rendirnos o pelear. No hay más alternativas.
oalvarezpaz@gmail.com

DESDE EL PUENTE - UNIVERSIDADES EN PELIGRO



Todos los venezolanos perciben que el país camina hacia peor. Vienen tiempos cargados de dificultades que jamás presintieron. Una realidad que hoy golpea en la cara a un pueblo exageradamente confiado y bueno, pero muy mal dirigido desde hace bastante tiempo.
Sin embargo, hemos mirado hacia las universidades como la mayor reserva del país. Las soluciones que se necesitan y la gente para llevarlas adelante, o salen de las universidades o no saldrán de ninguna parte. Si seguimos confiando en encontrarlas en los mismos sitios que hasta ahora, pues sencillamente, ratificaremos la convicción de que allí no están.
Las universidades son objetivo primario del régimen actual. Me refiero a las de verdad. A las universidades autónomas, nacionales y experimentales, públicas y privadas que no se han entregado en manos del gobierno. Por diversos caminos y utilizando instrumentos de variada naturaleza han tratado de controlarlas, hacerlas inviables, provocar graves disturbios internos para justificar la intervención que procuran. Hasta ahora no han tenido éxitos mayores, pero han provocado graves desajustes que las ponen en peligro.
Para el régimen ha sido traumático sentir el rechazo de la comunidad universitaria en elecciones de autoridades, de estudiantes y hasta con relación a la representación de obreros y empleados. Sus iniciativas y políticas han sido incompatibles con la autonomía y el orgullo universitario. Han utilizado, caprichosa y arbitrariamente, tanto la administración de justicia como lineamientos específicos del gobierno, para interferir la autonomía y crear condiciones electorales internas que sirvan a sus propósitos. Entre otras cosas referimos la suspensión permanente de los procesos electorales internos tratando de ganar tiempo y disminuir la magnitud del rechazo. Han fracasado, pero el peligro es cada día más grave.
Las absurdas decisiones relativas a la política de admisiones de los aspirantes a ingresar dictadas por la OPSU, son inaceptables por contrarias a la autonomía y a la racionalidad que debe guiar estos procesos. Mi solidaridad total con todas las universidades objeto de estos comentarios. En especial, con la Universidad del Zulia, a la cual le debo mucho de cuanto he podido ser en la vida. Está en un momento difícil. Nos necesita a todos.
oalvarezpaz@gmail.com

jueves, 9 de julio de 2015

EXPRESO - TERRORISMO A LA ORDEN



El fin de semana resultó trágico en tres continentes. Acciones terroristas causaron la muerte de decenas de inocentes por razones que van desde lo ideológico hasta lo religioso, pasando por lo estrictamente político. El mundo entero está bajo amenaza. El terrorismo se expresa de diversas maneras, una de ellas es su vinculación con las acciones del narcotráfico internacional. Actúa también, descarada e impunemente, en unos cuantos países de este vecindario americano. Los diagnósticos están hechos y no debemos agotarnos en repeticiones inútiles, sin ir a la raíz misma del problema. Ninguno está libre de ser víctima o asiento de estas estructuras criminales.
Pero el debate y las acciones sobre este peligro inminente, debe hacerse con absoluta transparencia. Jamás funcionarán sobre la base de la hipocresía o el cálculo politiquero circunstancial. No se trata de enfrentar a una ideología concreta o a un partido o movimiento que se declare terrorista. Nuestra referencia es a un instrumento criminal utilizado por algunos Estados tenidos por respetables o no y organizaciones delictivas de signo variado como las referidas a las mafias o al mismo narcotráfico.
Tenemos que declarar la guerra al terrorismo sin agotarnos en las palabras. Para nosotros es una obligación generacional y existencial asumirla. Actúa no como consecuencia de nuestras políticas concretas, sino por nuestra existencia como seres humanos libres. Está claro que cualquier signo de debilidad impulsa a la violencia terrorista, invita a mayor violencia. Necesitamos que nuestros gobiernos y los líderes fundamentales de las organizaciones de la sociedad civil se decidan a proteger a nuestros pueblos con acciones rápidas, bien pensadas y ejecutadas con firmeza y decisión. Lograr acuerdos operativos entre las naciones ayudará a prevenir, enfrentar y derrotar definitivamente el peligro común.
El peligro existe. Se suma a otros factores condicionantes generadores de miedo y temores con relación al presente pero condicionante del futuro inmediato. Es un hecho la creciente incertidumbre en nuestras poblaciones. Internamente no hay guerras formalmente declaradas, pero no existe la serenidad necesaria para que la vida de las personas, de las familias y de las empresas transcurra normalmente. Cierto que unos países están mejor que otros, sin embargo el peligro existe para todos.
A nuestros líderes, en los gobiernos o en las oposiciones, es conveniente recordarles que no hay secretos eternos. Más temprano que tarde, todo se sabe y las responsabilidades, por acciones u omisiones, también son establecidas.
oalvarezpaz@gmail.com