Ojalá y nuestros hermanos peruanos no tengan que revivir
etapas muy superadas del pasado. Al liderazgo de ese querido país le pido que
sigan con atención los sucesos de la Venezuela actual, de los últimos dieciocho
años y especialmente de los casi tres que Nicolás Maduro lleva como cabeza del
poder ejecutivo. Un verdadero desastre que puede reproducirse en cualquiera de
nuestras naciones. Por supuesto, sobre la base del dinero, del disimulo y la
mentira, de la corrupción, de la demagogia convertida en regla existencial del
régimen y de la subordinación de todo cuanto se hace o deja de hacer, al
interés de permanecer en el gobierno como sea, a cualquier precio y sin
concesiones. Todo en nombre de esa revolución que utiliza como recurso retórico
lo de “socialismo del siglo XXI”.
Es difícil de explicar y, para muchos, hasta de entender,
como es posible que un país con las mayores reservas de hidrocarburos del mundo,
que gozaba de una economía bastante diversificada y unos elevados niveles de
vida medidos en seguridad personal y familiar, vivienda, salud, educación y
empleos, esté en la ruina más espantosa. Organismos internacionales muy
calificados y voceros nacionales del primer orden, anuncian una inevitable crisis
humanitaria a corto plazo en Venezuela. Cuesta aceptarlo, pero es una realidad
a la vista.
En una votación sin precedentes, el pasado 6 de diciembre los
venezolanos elegimos la nueva Asamblea Nacional. La oposición democrática
alcanzo las dos terceras partes de los nuevos integrantes lo cual le da un
enorme poder para fiscalizar, controlar y legislar con la idea de forzar un
cambio de rumbo del gobierno en un lapso prudencial el cual, de no lograrse
como pareciera ser el caso, obligaría a impulsar el cambio integral del régimen
socialista a la cubana que gobierna. La Constitución Nacional señala diversas
alternativas para hacerlo y la dirección del parlamento anuncia su disposición
de trabajar en esa dirección. No será fácil. El régimen ya está apelando a todo
tipo de maniobras al margen del Derecho y de la Constitución para sabotear al
poder legislativo, pero lejos de avanzar sus propósitos van de fracaso en
fracaso.
Por de pronto el anhelo nacional se concentra en exigir la
renuncia de Maduro y de todo eso que llaman el alto gobierno cívico militar. Se
trataría de iniciar una etapa de transición para la reconstrucción de la
República con bases constituyentes muy claras. El debate está planteado. Hay
que prepararse para cualquier escenario posible.
@osalpaz
Viernes, 22 de enero de 2016
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