DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
PRINCIPIOS Y VALORES ETERNOS
Nunca me cansaré de repetir que mientras más difícil e
incierta se torne la lucha, mayor es la obligación de aferrarnos a los
principios y valores que nos trajeron a la política. Son los que alimentan la
vida en libertad y la vigencia plena de la democracia. Todo lo demás pasa a ser
secundario, incluidas las ambiciones personales y los intereses de grupo o de
partido. Sin embargo, la exagerada dosis de pragmatismo y la falta de formación
en cuanto a los temas fundamentales, genera desviaciones graves que producen
lamentables consecuencias.
Confieso que a estas alturas de la vida siento, como nunca
antes, el intenso frío de la soledad. Casi en solitario, junto a muy pocas personas,
cuesta confiar en terceros. Los hay, pocos pero existen. Con ellos se puede
discutir y hasta pelear ocasionalmente, pero cuando se duda de la buena fe y de
la integridad de una persona, es difícil mantener una relación estable. De esta
manera el círculo de amigos y compañeros se va cerrando por una parte y, por la
otra, tímidamente se amplían las coincidencias con algunos hasta ahora ubicados
en trincheras distintas.
Es la vida en tiempos difíciles. Quizás por esto me molesta
tanto el electoralismo agudo que da rienda suelta a cuanto deberíamos evitar.
En la oposición venezolana unos cuantos se han alejado de los objetivos
fundamentales. El objetivo deja de ser el cambio de régimen que debería
iniciarse con la salida de Maduro y se agota en la peregrina exigencia de
“condiciones electorales”, de espacios para mantener la convivencia o en el
desarrollo de una pasión irracional en los candidato-maníacos que conocemos.
Es increíble pero cierto. La Comunidad Internacional está actuando con gran claridad. Lo mismo
podría decir de la Conferencia Episcopal Venezolana, las Academias, las
Universidades, los gremios profesionales, los empresariales y laborales y, en
fin, muchas estructuras al margen de las político partidistas. Venezuela está
mal y camina para peor. Ningún problema será resuelto por un gobierno
convertido en el problema mayor que el país debe resolver.
Todos, absolutamente todos, jóvenes y viejos, hombres y
mujeres, pobres y ricos, patronos y trabajadores debemos unirnos con el
objetivo del cambio como punto de encuentro y avanzar hasta alcanzarlo. Hambre,
miseria, escasez de comida y medicinas, presos y perseguidos políticos,
emigración millonaria, corrupción al por mayor, inseguridad de las personas y
de los bienes, violación del orden constitucional y jurídico, son algunas de
las manifestaciones más importantes de la crisis. No se puede continuar echando
baldes de agua fría a los factores claves de esta confrontación que se acerca a
un desenlace definitivo e irreversible. El drama no es solamente venezolano.
Afecta al vecindario completo y a buena parte del mundo. Ya basta de
diagnósticos que agregan poco a lo que todos sabemos y padecemos, pero
distraen. Acción con cabeza corazón y coraje.
Lunes, 26 de febrero de 2010
@osalpaz
Las palabras de Oswaldo llegan hondo. La frase: "...siento, como nunca antes, el intenso frío de la soledad...", resulta lapidaria. Qué nos pasó por Dios, en que momento perdimos la brújula???
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