DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez
Paz
AVANZANDO HACIA
EL DESENLACE
La incertidumbre general con
relación a temas fundamentales ha sido una de las características de la
Venezuela de estos tiempos. Sembrada con premeditación y alevosía para generar
temor y parálisis en quienes han tenido en sus manos la posibilidad de
concretar el cambio. Hasta hace poco el esquema funcionaba. Ya no. La
incertidumbre se transforma aceleradamente en convicción profunda sobre la
necesidad de detener el proceso actual y revertir hacia lo positivo la carga
negativa del presente. La inmensa mayoría del país hoy piensa que esto no
puede, ni debe, continuar. Más que eso, pareciera dispuesta a echar el reto
para alcanzar el objetivo.
Sin embargo, no será fácil el
remate. De allí la conveniencia de recordar que si queremos conservar lo mucho
o poco que tenemos, la vida, la libertad, el derecho a trabajar en paz, tenemos
que despertar definitivamente y rebelarnos. Además de la libertad está en juego
la existencia misma. Las últimas acciones del régimen, el asesinato del
concejal, el extrañamiento o expulsión de otro dirigente juvenil, las purgas
civiles, militares y policiales y la creciente censura a los medios de
comunicación colocan la lucha en planos insostenibles por mucho tiempo.
El ciudadano común vigila
receloso, esperando los unos de los otros y todavía que otros resuelvan, pero el tiempo pasa y la
necesidad de actuar se acentúa. Sabemos que no hay secretos eternos. Nada serio
se puede preparar sin que se sepa. En consecuencia hay que apresurarse. Todo está
infiltrado. Este es un riesgo que debe asumirse a plena conciencia de su
gravedad. El país está tomado por el crimen organizado. No se trata de
delincuencia común. El continente y el mundo están conscientes de la gravedad
de la situación venezolana y de la amenaza que significa para los vecinos
incluidos Estados Unidos, Colombia y otros países fundamentales.
Hace pocos años escribí
desde esta columna que “para liquidar a este régimen no son necesarios muchos
hombres ni excesos de valor. Pero la acción debe ser encabezada por hombres
justos que, por el solo hecho de estar, le den trascendencia y seriedad a la
acción.
Como
consecuencia de todo lo dicho y de mucho más, considero cancelada las
eventuales salidas electorales que nuevamente se están planteando. La verdadera
naturaleza del problema no es electoral. Es existencial, de principios y
valores lo cual obliga a plantear la lucha en los planos que corresponden. No
podemos seguir viajando hacia ninguna parte, ni convertir en complicidad,
abierta o encubierta, ciertos sospechosos llamados a una unidad alejada de la razón de ser de esta lucha definitiva.
En el
oficialismo hay mayores problemas que en la oposición. En buena parte del
régimen temen a lo que puede seguir después de esta izquierda estéril e inmoral,
protagonista del más terrible fracaso habido en el continente americano.
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