DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez
Paz
CÌRCULO VICIOSO
ELECTORAL
Desde este espacio nos hemos
abstenido de criticar a compañeros tenidos como opositores. Las diferencias las
hemos asumido como discrepancias lógicas entre demócratas que trabajamos para
construir una verdadera unidad que perfectamente puede ser tan dinámica como
diferenciada. Todo muy propio de una relación construida sobre la base de la
libertad y el respeto. Pero eso es una cosa y no entender o, mejor dicho, no
querer entender que no hay democracia, que vivimos en una dictadura tiránica,
socialista y comunistoide, es otra. Perniciosa y contraria al interés general
que debería unirnos: el final del régimen en el menor tiempo posible.
A estas alturas, con el objetivo
claro y los caminos abiertos para alcanzarlo, cuesta aceptar que algunos
veteranos de la política y otros cuantos cuarentones con unos veinte años ya de
actividad, continúen con el disco rayado según el cual la salida tiene que ser
“constitucional, pacífica y electoral”.
Nunca hemos llamado a la
violencia, pero sí a la resistencia activa y a la rebelión frente a la
violencia física e institucional impuesta por la dictadura. Las respuestas
deben ser proporcionales a las agresiones y dirigidas a lograr el cambio. Lejos
de nosotros la idea de la convivencia o de la lucha por mantener o aumentar
pequeños espacios de poder que, en definitiva, sólo sirven para darle
“legitimidad” a la banda que controla el poder político y económico del país.
La dictadura ha desatado una
feroz campaña en contra de una posible invasión de Estados Unidos y/o de
Colombia, o ambos juntos actuando sincronizadamente. Impresiona ver como los
antes citados opositores le hacen el juego a esta cantaleta cubanoide de la
cual hay una larga experiencia. Una cosa es invasión y otra intervención, ayuda
humanitaria, presión internacional tanto en los organismos existentes para tal fin
como en los espacios judiciales conocidos.
Venezuela necesita alimentos,
medicinas, seguridad personal y jurídica, respeto a los derechos humanos
fundamentales, inversiones suficientes en la ciudad y en campo para producir y
exportar, rescatar el negocio petrolero y las riquezas naturales de cualquier
naturaleza. Dentro de esos derechos básicos están, por supuesto, la libertad de
trabajo y de empresa. Todo ello dentro de un marco constitucional, de un ordenamiento
jurídico sabio y estable, de obligatorio cumplimiento para todo el mundo, pero
especialmente para el estado-gobierno que lo dicta.
Todo es perfectamente posible en
un plazo más corto que largo. Hay quienes saben y quienes pueden hacerlo.
Existen ideas, planes y proyectos concretos para tal fin. También las fuentes
básicas para el financiamiento necesario. Paro hay que perder los complejos y
borrar para siempre la idea de que alguna manifestación del probadamente
fracasado socialismo podrá servir para los fines propuestos. La comunidad
internacional está pendiente. El régimen está nervioso y amenazante. Rompamos
ese círculo vicioso de lo electoral.
Lunes, 8 de octubre de 2018
@osalpaz
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