DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
EL ENEMIGO ESTA EN CASA
Venezuela llegó a la última etapa de su desmoronamiento. La
situación actual es ampliamente conocida dentro y fuera del país. También los
factores que controlan y dirigen el proceso. Quien no quiera aceptar lo dicho
debe ser cómplice, irresponsable absoluto, cómodo en grado superlativo o digno
de cualquier calificativo en esas direcciones.
Ya no basta con hacer referencia exclusiva a la presencia de
más de cuarenta mil cubanos que participan en áreas claves de la vida nacional.
Ahora el protagonismo del mal está más diversificado. Peligros adicionales se
suman a los existentes. El grueso del país los desconoce gracias, entre otras
cosas, a la férrea censura sobre la información. Cerca de trescientos cincuenta
medios de comunicación han sido eliminados y otros están bajo control estricto
incluidos los existentes gracias a unas redes sociales también interferidas.
Entiendo que esa labor de censura progresiva no la sienta a plenitud el
ciudadano común por las razones señaladas, pero imposible de entender la
pasividad y el extraño silencio de buena parte de la dirigencia social,
económica y política o la desviación calculada de los debates y declaraciones
hacia temas alejados del fondo del problema.
Como ejemplo invito a seguir de cerca los acontecimientos con
relación a la marcha de unos cuantos miles de centroamericanos hacia la
frontera sur de Estados Unidos. Está financiada, en buena parte, por Venezuela
y en su organización y desarrollo juega rol protagónico el régimen nicaragüense
de Daniel Ortega. Evento ideal para ser infiltrado por los conocidos enemigos
mundiales de la libertad y la democracia. Estados Unidos está en peligro cierto
de ser objeto de acciones terroristas selectivas que por acción u omisión
afectarán al planeta entero. Nosotros estamos en el ojo del huracán. El régimen
gobernante tiene tareas impuestas por sus jefes que deben cumplir.
El terrorismo no es una ideología, ni una organización. Es
una herramienta criminal usada por movimientos políticos de muy distinto signo
y organizaciones delictivas a su servicio como las mafiosas de variada
naturaleza, el narcotráfico por ejemplo.
La guerra contra el narcotráfico y el terrorismo no se agota
en las palabras. Es una obligación
asumirla para que Venezuela retome su condición de país libre y soberano.
Cualquier signo de debilidad impulsa la violencia terrorista. Alguna vez dije
que el único camino cierto para proteger nuestra nación es por acciones rápidas
bien pensadas, unidos en torno al objetivo de poner punto final a cuanto sucede
y decididos a jugarnos el pellejo en la acción liberadora.
“Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo el pie de
ellos resbalará, porque el día de su calamidad está cerca; ya se apresura lo
que les está pasando” (Deuteronomio 32:15)
Lunes, 12 de noviembre de 2018
@osalpaz
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