DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
LA VOLUNTAD DE LA NACIÓN
Para nadie es un secreto que más del ochenta por ciento de
los venezolanos rechaza al régimen que ha presidido Nicolás Maduro. Ese rechazo
es muy superior a los niveles alcanzados por su antecesor. Chávez sufrió un
creciente deterioro a medida que se aproximaba a su final, pero ni su muerte,
ni la política de “deificación” desarrollada han logrado convencer al país
sobre unas bondades inexistentes. Todo lo demás está suficientemente claro para
propios y extraños.
La más pura y legítima expresión de la voluntad nacional fue
la elección de la actual Asamblea Nacional, integrada por dos terceras partes
opositoras y reconocida por el mundo entero. Lo demás han sido burdas maniobras
inconstitucionales y poco éticas para desacreditarla, quitarle poder y
facultades y trasladar a la absurda constituyente ilegítima todo el poder de la
República. La Asamblea ha resistido los embates de la dictadura. Bastantes de
sus integrantes han sufrido y sufren cárcel, exilio y acoso permanente. Todos
le hemos dado el respaldo necesario para mantener su papel protagónico en el
camino hacia la liberación.
Con reservas y hasta algunas diferencias, todos los sectores
democráticos han apoyado el camino señalado. Cese de la usurpación, gobierno de
transición y elecciones libres y transparentes. Estas han sido las consignas de
todos, aunque recientemente surjan algunas dudas inquietantes sobre el orden de
estos factores. La obsesión electoralista que tanto hemos criticado, puede
resultar fatal al alterarse los factores señalados como objetivos comunes.
Repito lo mil veces dicho. Lo electoral es un factor muy importante en una
democracia, aunque no el único y ni siquiera el más importante. En una tiranía,
el electoralismo juega a favor del régimen.
Por todo esto y mucho más, por lo que hemos visto en las dos
últimas semanas, está cogiendo mucha fuerza la idea de una Consulta Nacional
Plebiscitaria para que sea el pueblo directamente quien se pronuncie y quedemos
todos obligados, incluida la comunidad internacional, a cumplir y hacer cumplir
los resultados de la Consulta.
Es sabido que no hay secretos eternos. Todo se sabe hasta en
los más pequeños detalles. Hay que ponerle punto final a la incertidumbre que
reina en la nación. En las actuales circunstancias esto sólo se logra mediante
el voto popular, no para elegir personas, sino para señalar un camino
obligatorio para todos.
La responsabilidad de la organización y conducción del
proceso no puede estar en manos del régimen. Sería una tarea de la sociedad
civil con el pleno respaldo de las instituciones que se mantienen apegadas a la
Constitución. Por cierto, ésta última consagra expresamente este camino.
Se trata de una vía para el cambio. Pero también para
unificar definitivamente a todos los factores honestamente opositores.
Lunes, 7 de octubre de 2019
@osalpaz
Me parece correcto, siempre y cuando se cambien los directores del CNE y el acto sea supervisado Internacional y Nacionalmente.
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