DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
EN DEFENSA DE LO NUESTRO
Cada día se fortalece mi convicción de que este pueblo es
superior que sus dirigentes. No acepto el argumento de que es pasivo, que no
reacciona o que se resigna a vivir con lo que el régimen le ha dado. Cada vez
menos, por cierto. Lo que algunos no entienden es la dura realidad que sufren
los más pobres. Los obliga a ocuparse esencialmente de la seguridad en el más
amplio de los sentidos.
Se trata de garantizar la vida personal y la de la familia,
sus bienes, la educación y la vivienda, la religión y todo aquello que pueda
garantizar la estabilidad y felicidad de quienes dependen de nosotros. Podemos
incluir, entre otras cosas, la existencia activa del partido político al que se
pertenece o la vigencia de todas las opciones.
Quien tiene la responsabilidad de la familia, hombre o mujer,
debe trabajar para que sus hijos tengan, en todos los terrenos, más
oportunidades que las que los titulares han tenido. Garantizar lo que hemos
venido afirmando es una enorme responsabilidad personal y también del estado,
obligado a crear y mantener las condiciones para que todo pueda cumplirse con
normalidad.
Consideración especial merece lo relativo a la libertad
económica. De trabajo para las personas naturales y jurídica para las empresas.
Mientras más he estudiado estos aspectos, más me convenzo de la necesidad de
crear una verdadera economía libre, de mercado, solamente sometida a una
legislación sabia y estable dictada por el estado, quien debe ser el primero en
someterse a esas normas regulatorias dictadas por el mismo estado. Ha sido
dicho que el mejor instrumento para crear riqueza y distribuirla, es una economía
que funcione.
Lamentablemente Venezuela ha retrocedido en estas dos décadas
consecutivas de dictadura tiránica. Hoy estamos mucho que en 1999, cuando
comenzó la tragedia. El llamado “socialismo del siglo XXI” ha sido un fracaso
más de una política ideológica comunistoide. En nuestro país, en manos de
individuos sin formación suficiente, incompetentes y muchos de ellos bastante
corrompidos.
Pero no podemos agotarnos en el diagnóstico de una realidad
sobre conocida. Tenemos que cambiarla. Unirnos quienes sinceramente queremos el
cambio radical del régimen y no la convivencia o la simple conservación de
espacios a cambio de mantener más de lo mismo que ha destruido a la nación.
El cese de la usurpación, es decir, la salida de Maduro y su
combo, es condición indispensable para alcanzar los objetivos de progreso y
bienestar que el país merece. Nada debe distraernos de este primer paso
indispensable para todo lo demás. Hasta ahora, Juan Guaidó y la Asamblea
Nacional caminan en esa dirección. A su ritmo, pero por Dios, ellos no son el
enemigo.
Lunes, 30 de septiembre de 2019
@osalpaz
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