DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
HONOR A LOS PRESOS POLÍTICOS
Pueden llamarlos como quieran. Presos políticos, políticos
presos, personas detenidas o cómo les dé la gana. El hecho cierto es que
Venezuela vive una de las horas más tenebrosas de su historia. Centenares de
compatriotas están privados de libertad en distintos sitios de reclusión. Se
trata desde retenes policiales hasta cárceles de conocida tradición, pasando
por inmundos calabozos existentes tanto en Caracas como en muchas ciudades del
interior del país. Debo incluir en este espacio a los cientos de ciudadanos en
libertad condicional con buena parte de sus derechos civiles y políticos
suspendidos de manera arbitraria. Debería agregar a quienes no sienten
condiciones mínimas de seguridad personal o jurídica, sin oportunidades de
trabajo para desarrollarse plenamente, por lo que en consecuencia han buscado
en el exterior lo que su patria debería garantizarles.
Normalmente cuando se habla sobre los presos en los medios de
comunicación el acento se pone en los más emblemáticos. Es importante que así
sea. La indignación que sentimos, por ejemplo, con los casos de Leopoldo López,
Antonio Ledezma o Manuel Rosales, explica lo afirmado. Pero no son los únicos.
Ni siquiera los que están o han estado en peores condiciones. Unos con décadas
de privación de libertad, otros medidos en quinquenios y la inmensa mayoría
retenidos como rehenes de la dictadura por tiempo y circunstancias indefinidas.
Mis palabras de hoy son para todos sin excepciones, pero quiero dedicar algunas
en recuerdo y homenaje para aquellos que fueron mis compañeros en el Helicoide
en 2010 y todavía están allí o pagando penas injustas teniendo sus hogares como
centros de reclusión. Son muchos, pero debo citar entre ellos a los comisarios
Guevara y a los comisarios y efectivos dela policía metropolitana condenados a
penas tremendas.
Es duro reconocer que la oposición fracasó en lo relativo al
revocatorio o cualquier posibilidad de salida electoral. Pero resulta
inaceptable el juego inmoral y tramposo del gobierno con relación a los presos
en cualquiera de sus modalidades.
Debemos levantar un gran movimiento nacional en defensa de la
pisoteada Constitución y del respeto a los derechos fundamentales de toda
persona humana. Retomar el camino de la legalidad mediante la vigencia plena de
un ordenamiento jurídico sabio y estable, democrático y libertario, es tarea de
primera importancia para quienes compartimos los valores que ello envuelve. El
problema es que mientras exista el régimen actual, parece una tarea imposible.
El cambio es inaplazable. No podemos transarnos ni agotarnos en empeños
circunstanciales que dejan desconsuelo, desconfianza o resignación pesimista.
Lunes, 12 de diciembre de 2016
@osalpaz
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