DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
ETAPA PELIGROSA
Venezuela atraviesa una de las etapas más peligrosas de toda
su existencia. Todos sabemos que estamos mal y la nación camina hacia peor.
Nada funciona para bien. “Las siete plagas de Egipto” parecieran haberse
desatado como una especie de castigo contra todos y no solamente contra los
responsables del drama cotidiano. En el fondo creo que se trata de una invitación
para que reacciones de manera definitiva y pongamos punto final a la situación
actual.
A los males conocidos se suma ahora la maniobra
distraccionista y tramposa de la relegitimación, relegalización o como quieran
llamarla, de los partidos políticos y organizaciones con fines electorales. Lo
hacen mediante un reglamento irregular, basado en una ley que no respetan y
que, dicho sea de paso, tampoco es respetable. Se desconoce tanto la autonomía de los partidos
como la libertad de los ciudadanos para actuar dentro de los cánones
fundamentales de la vida en democracia. Trata desesperadamente de crear su
propia alternativa opositora al estilo nicaragüense, mantener el control del
CNE y manejar a su antojo un registro electoral bastante interferido. Cuanto
sucede ha sido telegrafiado por los más calificados voceros de la dictadura
tiránica que está a la cabeza del régimen. Quien quiera desconocer cuanto digo
lo hace por ignorancia, comodidad o complicidad. Para nosotros es inaceptable.
Los factores políticos no comprometidos con el régimen, deben
estar alertas frente al peligro de la resignación pesimista que puede
desarrollarse en una población harta, fatigada, golpeada al máximo por la
crisis y carente de dirigentes de verdad que se coloquen al frente dejando a un
lado ambiciones personales o de grupo. Ojalá y no tome fuerza aquella vieja
consigna usada en algunos países, “que se vayan todos”, como respuesta ante el
gobierno y la oposición colaboracionista. Todavía no es el caso, pero cuidado,
mucho cuidado. Se camina en esa dirección.
La Constitución de la República tiene muchas fallas y vicios
que deberán corregirse. Sin embargo, conserva principios y algunos esquemas
básicos para el ejercicio pleno de la democracia. Debemos hacer realidad lo de
ser un país federal, descentralizado e integrado por estados y municipios
autónomos. La libertad económica y de trabajo, el mercado como instrumento para
la creación y distribución de la riqueza y la familia como núcleo primario de
cualquier política que se desarrolle desde el poder público y de los
protagonistas de la acción privada.
Sabemos que este régimen no va a cambiar. No hay voluntad de
rectificación, ni de buscar a los mejores para las tareas inaplazables. En
consecuencia, si no cambia hay que cambiarlo integralmente. El cambio de
régimen se inicia con la salida de quien ocupa la presidencia y la progresiva
democratización de todas las instituciones. Todos, civiles y militares,
políticos y no políticos, todos juntos por el cambio y la autonomía.
Lunes, 6 de marzo de 2017
@osalpaz
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