DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
VIOLENCIA FÍSICA E INSTITUCIONAL
La situación real de Venezuela está suficientemente clara
para propios y extraños. Se acabó la democracia luego de un largo proceso de
erosión. Se trata de un golpe de estado ejecutado progresivamente, pero
anunciado por el régimen de manera permanente. En consecuencia, mataron al
Derecho como instrumento de regulación de la vida ciudadana, de las relaciones
entre ellos y de estos con el estado-gobierno. En estas condiciones la nación ha
quedado desamparada, prisionera de los caprichos del régimen, de las
arbitrariedades, de la violencia y de esta mezcla de ineficacia con la
corrupción más vergonzosa de la historia. Todo está más que probado y
debidamente documentado.
La inmensa mayoría del pueblo rechaza el esquema en
desarrollo para imponer el socialismo comunistoide y quiere poner punto final a
esta trágica experiencia. Lo está demostrando. Al principio poco a poco. Desde
hace más de dos meses mediante la movilización general de la población a lo
largo y ancho del país. Los artículos 328, 333 y 350, entre otros, ofrecen el
piso indispensable para desconocer al régimen y luchar activamente por el
cambio. Hasta ahora la lucha ha sido pacífica, cívica, de una admirable
capacidad de resistencia.
La respuesta del oficialismo no se ha hecho esperar. Llena de
odio y violencia física e institucional ha provocado la muerte de varias
decenas de jóvenes, la prisión y el acoso de centenares, miles de heridos y la
paralización de un país harto de esta cubanización inaceptable.
Ahora profundizan en el disimulo y la mentira. Pretenden
hacerle creer al mundo que la violencia policial, de la Guardia Nacional, del
Sebin, de algunos colectivos armados por ellos y de las bandas estructuradas
por el crimen organizado, son responsabilidad de la oposición, de la MUD, del
estudiantado universitario, de la Iglesia, del imperialismo y de eso que llaman
la derecha nacional y extranjera. Por supuesto que nadie les cree. Todo cuanto
sucede es de la responsabilidad exclusiva y excluyente del cogollo
cívico-militar, ideologizado y corrompido, que gobierna.
La Constitución actual no es perfecta. Todo lo contrario,
tiene muchas deficiencias y ambigüedades dañinas, pero también establece con
claridad los mecanismos para reformarla, enmendarla e incluso, para elaborar
una nueva con propósitos claramente definidos en su texto. El alto gobierno
desconoce todo y propone el máximo desconocimiento a su contenido por la forma
y fondo en que pretende convocar a una Asamblea Constituyente con propósitos
contrarios al interés nacional y a la soberanía e independencia de la
República.
Si Maduro conservara una dosis mínima de amor a la patria,
debería renunciar, apartarse y abrir la puerta a una transición incluyente para
recuperar la democracia y la dignidad perdidas. Tome la iniciativa y evite ser
obligado a tener que huir cobardemente. Todavía tiene tiempo, aunque cada día
menos.
Lunes, 12 de junio de 2017
@osalpaz
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