DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
LAS LUCHAS INEVITABLES
Siempre he sido una persona temerosa y hasta respetuosa de
las luchas inevitables. En ocasiones se trata de luchas conmigo mismo hasta
determinar la verdadera naturaleza de las mismas y valorarlas acertadamente. En
otras están referidas al medio que nos rodea y hasta a realidades extrañas pero
presentes. Como decía Gandhi, me ha inquietado siempre saber hasta dónde puedo
dominar las pasiones. Lo que he aprendido de esto y mucho más, es que no
debemos lamentar lo inevitable.
Frente a los males que someten a Venezuela tenemos que actuar
con mayor determinación y fortaleza. Imposible encogernos de hombros y esperar
a que otros hagan lo que corresponde hacer a cada uno de nosotros. Del régimen
gobernante no hay que temer tanto sus fallas y vicios, muy bien conocidos, sino
sus “virtudes” en la labor que realizan para perpetuarse en el poder político y,
aunque menguado, poder económico de la república. Lo cierto es que el cáncer
que ya ha destruido órganos vitales, debe ser extirpado de manera resuelta y
definitiva. El régimen gobernante ha enterrado todo sentimiento de decencia. El
disimulo, la mentira, la corrupción y la violencia física e institucional son
los inmorales soportes que lo mantienen.
El anhelado cambio dependerá en gran parte de la firmeza. Las
acciones políticas que desarrollemos serán exitosas si nos mantenemos fieles a
nosotros mismos en todas las circunstancias. Para ello es indispensable una
línea recta que comunique el objetivo con nuestros actos. Está probado que
cuando la resistencia u oposición, como prefiramos llamarla, se hace simple
rutina, los ánimos se apagan y la necesaria desobediencia civil pareciera
imposible.
Tenemos muchas tareas que cumplir. En el camino debemos de
afrontar de manera permanente un grave problema cultural. En cada persona hay
que despertar y consolidar el espíritu de superación y de responsabilidad
indispensables para adquirir más dignidad, para querer vivir mejor sin que
nadie pueda someterlo. El pueblo tiene que aprender a confiar en su propia
fuerza, más que en quienes circunstancialmente pretenden dirigirlo.
Por otra parte, muchos políticos parecen atrapados en
esquemas de lucha propios de regímenes verdaderamente democráticos y plurales.
Tienen que sacudirse, antes de que sea demasiado tarde, de las maniobras
sagaces y la avidez de poder. Así es fácil sufrir crisis de desencanto,
consecuencia de la lucha imperceptible entre la cautela y la pasión.
Hasta ahora nuestro pueblo ha testimoniado voluntad y
decisión para lograr el cambio. Ha estado acompañado por líderes que se han
puesto a la cabeza de la lucha asumiendo riesgos y peligros. Debemos apartar
aquellos acobardados ante el abuso de poder que se sienten incapaces de
enfrentarlo y derrotarlo, a conciencia de que estamos frente a una dictadura
tiránica que no saldrá “por la buenas”. Ha deteriorado nuestra cultura y
alterado la historia. Merece ser abolida sin trámites.
Lunes, 28 de agosto de 2017
@osalpaz
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