DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez
Paz
PLURALISMO
DEMOCRÀTICO
Los sucesos de Venezuela avanzan
con una velocidad impresionante. Basta con repasar lo que ha sucedido desde
finales del año pasado hasta este momento. La situación es bastante distinta.
El régimen luce desesperado y encerrado en un cuarto obscuro que los lleva a
decir y hacer estupideces sin sentido. Las últimas manifestaciones públicas de
Maduro y Cabello, juntos y por separado, ejemplifican lo que digo. Están mal,
muy mal. Aunque el tiempo que les queda sea muy corto, el estado en que se
encuentran los convierte en seres muy peligrosos. El cuento de Dios dado sobre
los silbidos de bala que Guaidò no ha escuchado cerca de su cabeza es prueba de
ello. Y ni se diga de la ridícula presencia de Maduro en Maracaibo disfrazado
de médico y echándoselas de José Gregorio Hernández, de “hacedor” de milagros
como el que le ha permitido llegar hasta el punto en que se encuentra. Estas
cosas parecerían tonterías sin sentido, pero no lo son. Reflejan la terrible
realidad del final que se avecina.
Sin embargo, a pesar de todo, me
preocupa mucho el transcurrir del tiempo implacable que sigue su marcha. Todo
lo relativo a lo de la ayuda humanitaria, que no se limita solamente a los
alimentos y medicinas esperados, sino también a los derechos humanos
fundamentales, impone acelerar las cosas y hablar con absoluta claridad para
que nadie se llame a engaños. Necesitamos la presencia activa de la comunidad
internacional para que estas jornadas sean exitosas. De hecho, además del
resteo político y moral de las naciones del mundo que nos acompañan, pareciera
hacer falta una coalición firme y práctica de Estados Unidos, Colombia y
Brasil, por lo menos, invitando a nuestros militares a sumarse y coordinar las
acciones en nuestro territorio. Si por el contrario, tratan de impedir que el
operativo se cumpla utilizando la violencia armada, pues entonces que suceda lo
que tenga que suceder por duro y doloroso que sea. El derramamiento de más
sangre, ya se ha derramado bastante en esta Venezuela insólita, será de la
responsabilidad exclusiva y excluyente de las cabezas del régimen socialista a
la cubana que nos gobierna. Tendrán que responder por ello nacional e
internacionalmente.
Por lo pronto y dentro de los
esquemas del pluralismo democrático de la oposición, tenemos que mantener una
firme unidad dinámica aunque pueda ser diferenciada. No es el momento para
disputas secundarias que nos llevan a ocuparnos más de quienes están al lado
que del enemigo aún peligroso que tenemos al frente.
Los pasos han sido clara y
unánimemente precisados. Lo primero es ponerle fin a la usurpación, es decir,
lograr la salida de Maduro por las buenas o por las malas lo que dependerá de
su disposición. Lo segundo constituir los equipos correspondientes a la transición
urgente hacia la vida en libertad, progreso y democracia. Y, finalmente, lo
tercero preparar el camino para unas elecciones universales que puedan
legitimar todos los poderes públicos, especialmente la presidencia de la República.
Las cosas tienen que ir en ese orden, con firmeza y determinación. Empezar por
lo tercero sería una barbaridad inaceptable a pesar de algunos especialistas en
el acomodo y el cuoteo. Elecciones debe haber cuando se cumplan los dos
primeros pasos señalados. El tercero, en este momento, introduciría elementos
de confrontaciones innecesarias en el campo honestamente opositor.
Hay especialistas en sembrar
desesperanza cuando se necesita de mucho valor y poco titubeo para despejar la
lógica incertidumbre del desenlace. Alrededor de Maduro existe alguna gente
sensata. Deben hacerle ver la inutilidad práctica de cuanto hace para continuar
cuando ya está fuera de toda posibilidad continuista. Ha llegado hasta a agotar
la paciencia de muchos que sin haber sido sus cómplices, tampoco son sus
enemigos.
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