LA CORRUPCIÓN, PECADO MAYOR
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
En Latinoamérica y el mundo estamos fatigados por tantos
escándalos alrededor de la corrupción. La gente los ubica fundamentalmente en
los gobiernos, en las empresas que de él dependen y en ciudadanos prevalidos
que se aprovechan económicamente de la cercanía o amistad con funcionarios
claves. El hecho cierto es se multiplican corruptores y corrompidos en todas
partes, mientras que la gente pierde fe y confianza en las instituciones
democráticas que deberían estar blindadas frente a estas desviaciones.
El caso venezolano lo hemos comentado innumerables veces.
También otros, tan graves o parecidos. Argentina, Bolivia, Ecuador, países
centroamericanos, España, Francia y paremos de contar, multiplican espacios en
las páginas negras de los medios de comunicación. La corrupción es el tema
protagonista de la noticia.
La semana pasada le tocó nuevamente el turno a Brasil. Todo
lo que se comentaba en voz baja pareciera haber salido a la superficie con una
fuerza impresionante. Pareciera no haber retroceso en los procesos que están en
marcha. El expresidente Luiz Ignacio Lula da Silva, jefe del Partido de los
Trabajadores y cofundador del comunistoide Foro de Sao Paolo, izquierdista y
“revolucionario”, fue llevado a declarar ante las autoridades competentes por
su presunta responsabilidad en el desvío de más de cinco millones de dólares de
PETROBRAS hacia una fundación que él preside y lleva su nombre. Además, se
especula por el pago de otros dos millones y medio de dólares en pagos directos
como honorarios por conferencias y participación en eventos de variada
naturaleza. Aún faltan por establecerse otras investigaciones en marcha con
relación a conocidas empresas constructoras internacionales brasileñas, algunas
de las cuales tienen años operando en Venezuela. Sus más conocidos dirigentes
están presos y sometidos a juicio en Brasil.
Aún desconocemos cual será el desenlace de todo esto, pero
los indicativos apuntan hacia la presidente Dilma Rousseff. Su gobierno se
tambalea. Ministros bajo sospecha algunos y otros renunciando para desmarcarse
ante lo que pareciera una inevitable caída del régimen.
No escribo con emoción o alegría. Lo hago con una profunda
tristeza por la naturaleza de las cosas que están apareciendo. De confirmarse
las denuncias que conocemos, los responsables merecerían las sanciones más
elevadas posibles. A mayor jerarquía, mayor responsabilidad para el manejo
honesto y ético de los dineros y asuntos públicos. Ya basta de impunidad cómplice
entre corruptores y corrompidos. Hacen falta lecciones ejemplarizantes.
En el caso venezolano las ollas podridas también se están
destapando en la recién inaugurada Asamblea Nacional. A pesar de las maniobras
arteras del poder ejecutivo y de una justicia de pacotilla y cómplice, la
verdad asoma con fuerza indetenible.
@osalpaz
Sábado, 5 de marzo de 2016
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