SE AGOTAN LAS VÍAS PACÍFICAS
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
Pocos analistas y opinadores políticos llegaron a imaginar,
hace veinte, diez, cinco o menos años, el desmoronamiento institucional y
humano de una República tenida como sólida y ejemplar. Venezuela está en el
peor momento de su historia como nación independiente. Ocho de cada diez
compatriotas quieren que esto se arregle “como sea”. Las cifras indican que se
trata del país más inseguro del mundo por el número de asesinatos y actos de
violencia con saldos enormes de heridos e incapacitados. Fallas graves en la
alimentación y en la salud, destrucción del aparato productivo privado y
colapso escandaloso de todas, sin excepciones, las empresas del sector público
incluida PDVSA –Petróleos de Venezuela-, fuente de recursos que parecía inacabable.
Hoy está en caída libre en cuanto a producción de hidrocarburos, sobre poblada
por parásitos oficialistas que han triplicado la ineficiente nómina laboral.
Los escándalos de corrupción a lo largo de casi cuatro quinquenios, salen a la
luz pública como consecuencia de la crisis general.
Ante todo esto y mucho más, la oposición ha solicitado la
realización de un referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro. Ha sido
exageradamente conservadora en el cumplimiento estricto de las exigencias
constitucionales para tal fin. El régimen reprime, amenaza y trata de impedir
que se realice dentro de los lapsos legales. Usa para ello la fuerza bruta y el
control férreo y manipulado que posee del Tribunal Supremo de Justicia y del
Consejo Nacional Electoral, es decir, la violencia institucional que puede ser
peor que la física.
Calificados sectores oposicionistas plantearon formalmente la
destitución de Maduro. La Constitución vigente señala que quien ocupe la
vicepresidencia no puede ser candidato, electoralmente hablando, a la
presidencia. Fue el caso del actual titular, al margen de la Ley suprema. Pero
además, dice expresamente que para ser Presidente de la República es indispensable
ser venezolano por nacimiento y no poseer otra nacionalidad. Maduro no ha
podido acreditar lo primero y lo segundo está más que confirmado con relación a
la nacionalidad colombiana que tiene y no ha podido ni desmentirlo, ni
renunciar a ella. A estos vicios que anulan la legalidad de su situación, se
unen centenares de disparatadas actuaciones nacionales e internacionales que
quitan todo signo de legitimidad a su infortunada gestión.
Mientras tanto el pueblo sufre. Serios enfrentamientos en las
calles indican un “sálvese quien pueda” dentro y fuera de las fuerzas de orden
público, militares incluidos. Con presos políticos y sin revocatorio saboteado
por el régimen, no hay diálogo, ni entendimientos que puedan funcionar.
Sábado, 28 de mayo de 2016
@osalpaz
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