TODO ESTÁ DICHO
Oswaldo Álvarez Paz
EL NACIONAL
Con contadas
excepciones la mayoría de los opinadores se agota en repetir hasta el
infinito lo que todo el mundo sabe. Políticos, economistas, dirigentes sociales
y empresariales y hasta artistas y deportistas nos cuentan una realidad sobre
diagnosticada. El país está mal y camina hacia peor. El gobierno es malo,
pésimo y no tiene remedio. Maduro no sirve. Es la vergüenza mayor que jamás
habíamos tenido que soportar como cabeza del estado venezolano. Debería
contribuir a la solución renunciando y llamando a integrar un gobierno de
transición para recuperar la normalidad. Pero no lo hace, ni lo hará
voluntariamente. Hay que destituirlo o revocarlo, por las buenas o utilizando
todos los recursos existentes para lograrlo sin evadir la subida de tono que
lleva la actual confrontación.
Está en juego el presente y el futuro de nuestros hijos y
nietos. “Vacilar es perdernos”, debemos repetir con El Libertador en esta hora
con ánimo y criterios libertarios. El régimen se desmorona y profundizará el
uso de la violencia física e institucional para dificultar su inevitable caída.
Para liquidarlo hace falta más calle y junto a ella o mejor dicho, al frente se
necesitan ciudadanos justos e íntegros, que por el solo hecho de estar le den
trascendencia y seriedad a la lucha final por un desenlace favorable.
Más que discutir llegó la hora de actuar. La fractura
constitucional provocada por el régimen es obligante para los verdaderos
demócratas civiles y militares. Recordemos que en situaciones como la nuestra,
la “imparcialidad” es, frecuentemente, el disfraz tramposo de los oportunistas.
Así mismo, recomendamos a cierta dirigencia de los nóveles partidos no plegarse
a la retórica populista por simple demagogia o por no aparecer como “liberales”
derechistas. Prepararnos para lo que está por venir excluye todo cálculo
oportunista de personas o de grupos.
Voy a tomar unas palabras y conceptos que alguna vez leí de
Ed. Feulner, para preguntarnos si estaremos en capacidad de crear un régimen
dirigido por un gobierno pequeño pero fuerte, menos intervencionista, que nos
proteja de los peligros internos y externos que amenazan nuestras libertades
civiles, que promueva el rol de las leyes y estimule el mercado y la libertad
económica para prosperar. La respuesta es positiva, pero no sucederá a menos
que trabajemos para lograrlo. La mejor política social que puede existir es una
economía que funcione.
Asumir los riesgos es una obligación. Debemos condenar a
quien promueve una confrontación que se puede evitar, pero también a quien se
aparta cuando es inevitable.
Domingo, 22 de mayo de 2016
@osalpaz
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