Las acciones terroristas concretadas
en París nos impresionan pero no nos sorprenden. Hemos venido alertando
sistemáticamente sobre este viejo y nuevo problema. Hoy se mezclan muchos
factores diferentes que desembocan en lo peor que puede imaginar la mente
humana para descargar en hechos monstruosos todo el odio y el resentimiento que
pueden llevar en el interior del alma. A lo estrictamente político se agrega lo
religioso, los hechos históricos que alimentan cada realidad y nuevos factores
operativos que como el narcotráfico tienen suficiente poder económico y
tentáculos para estar presentes en la planificación y ejecución de cualquier
acción que responda a sus intereses.
Nuestra solidaridad total con
Francia, Gran Bretaña, Italia, Rusia con las reservas del caso y, por supuesto,
con Estados Unidos e Israel. Todos ellos y muchos más, víctimas del terrorismo
y del narcotráfico, pero también campeones en la lucha por prevenir y reprimir
a los protagonistas abiertos y encubiertos de esta guerra.
Se trata de la guerra del siglo XXI.
No es nueva aunque tiene ingredientes estratégicos y tácticos de nuevo cuño,
acordes con el desarrollo tecnológico de hoy. Su Santidad Francisco llegó a
hablar de los hechos como parte de lo que calificó “Tercera Guerra Mundial”. No
podemos olvidar que el mundo es el mundo. El continente americano forma parte
importantísima. Por lo consiguiente, la amenaza se extiende hasta América
Latina. Nuestros países, a veces parecieran vivir en la luna, casi todos
envueltos en una mezcla de corrupción, demagogia, ineficiencia, narcotráfico
sin imaginar seriamente como pueden afectarnos las realidades del Medio Oriente
y otras zonas en conflicto.
El drama del Estado Islámico y
concretamente Siria, no puede verse a la distancia. Tampoco el drama de los
refugiados que buscan en Europa libertad y oportunidades de crecimiento y
desarrollo humano y familiar. El problema es profundo. Todos estamos retados.
@osalpaz
Sábado, 14 de noviembre de 2015
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