REPRESENTATIVIDAD EN EMERGENCIA
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
Democracia que no sea representativa, no es verdadera
democrática. Pierde la esencia más importante de su naturaleza, pasa a ser
cualquier cosa menos lo que pretende. Puede tener algunos atributos adicionales
como eso de “participativa” con el que algunos pretenden liquidar lo de la
representatividad, pero no es suficiente. Confunde. En nombre de esa confusión
quieren darle piso real a procesos de cambio revolucionarios en cualquier
dirección ideológica. Lo importante es tener claro que la representatividad del
sistema democrático es fundamental para la vida en libertad y el respeto de los
derechos humanos fundamentales.
Cuando hablamos de representatividad vamos mucho más allá de
lo estrictamente político y partidista. Hay la tendencia a que este mundo se
cierre sobre sí mismo, olvidando deliberadamente o no a los ciudadanos comunes
que no viven de la política, ni de los partidos, ni del gobierno. Viven del
sostenido esfuerzo que realizan como personas naturales o jurídicas para
producir y generar condiciones de bienestar y felicidad para sus familias y
para las de quienes contribuyen con sus esfuerzos. Notamos en buena parte de
Latinoamérica una cierta tendencia a que los gobiernos y liderazgos partidistas
olviden este aspecto básico, característico de una verdadera democracia plural
y alternativa.
Aquí está buena parte de la raíz de los problemas que estamos
atravesando. Ministros y funcionarios que no representan a factores específicos
de la vida interna se convierten en los peores enemigos de esos sectores que
deberían representar. Lo vemos en materia educacional, en todas las áreas de la
economía como la producción, la industrialización y la comercialización de los
productos fundamentales y también en materia de cultura y hasta deporte. En mi
opinión es imposible el desarrollo económico sin que el sector privado e
independiente del aparato productivo protagonice el esfuerzo. No olvidemos que
la mejor política social que puede desarrollar cualquier gobierno es una
economía que funcione. De lo contrario todo puede fracasar a la larga y a la
corta se vivirá en medio de incertidumbres que al prolongarse matan la
esperanza de una vida mejor.
El problema es general. En algunos países con mayor gravedad
que en otros, pero en todos existe el germen del totalitarismo autoritario que
cuando toma el gobierno, avanza hacia el control total del poder político y el
control del dinero apelando, incluso, a la represión personal e institucional.
Nacen así las modernas dictaduras del siglo XXI. Estamos obligados a
combatirlas y a tratar de impedir que cumplan con sus objetivos.
@osalpaz
Viernes, 5 de febrero de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario