POPULISMO Y GASTO SOCIAL
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
Uno de los problemas más serios que confrontan nuestros
países se refiere al gasto público indiscriminado. Lo utilizan como instrumento
político para ganar adeptos, tranquilizar a la población o simplemente
proyectar la imagen de benefactores. Lamentablemente cuando las intenciones no
son claras, ese gasto se convierte en simple instrumento demagógico. Convierte
a la gente en mendigos que olvidan sus deberes fundamentales de producir, de
generar ingresos como producto del trabajo en cantidad suficiente para mantener
la familia y cubrir las necesidades básicas.
La única razón que podría justificar el desenfrenado
populismo, es decir, el gasto social como instrumento exclusivo de ayuda, es la
de lograr que desaparezcan las causas que lo originan. Siempre debe ser
transitorio. Debe ir acompañado de políticas de educación para el trabajo y la
inversión destinada a generar trabajo que abra oportunidades para que la gente
pueda desarrollar habilidades concretas.
Es penoso lo de regímenes socialistas o comunistoides.
Desarrollan políticas que lejos de generar riquezas al alcance de todos,
convierte a los pueblos que gobiernan en pobres absolutos y todos pasan a
depender de estado benefactor, dueño del poder y de los muchos o pocos recursos
que maneja. Lo hacen progresivamente. Con pobres sin trabajo y hasta con ricos
empresarios mediante controles, impuestos y absurdas limitaciones a la libre
competencia para que todo dependa del capricho o de los intereses oficiales. De
esta manera, de manera progresiva, se ahoga la libertad y se acelera el paso de
la democracia hacia dictaduras de nuevo cuño. Lo que siempre sucede, además del
control total del poder y del dinero es que se emborrachan pronto y la
ineficacia se presenta en actividades fundamentales y la corrupción aparece de
inmediato, convirtiendo a muchos gobernantes en corrompidos corruptores de la
sociedad de mendigos que han ido creando.
Podríamos ampliar el desarrollo de este tema con innumerables
ejemplos. El caso Venezuela está a la vista de todos. Sin embargo, llega un
momento de reacción general indetenible para ponerle punto final a ese
populismo sin sentido que la ha convertido en la nación más pobre de esta parte
del mundo. Todos los índices son negativos y las tendencias apuntan hacia peor.
La reacción general es tan intensa que el régimen luce desconcertado después de
diecisiete años haciendo lo que le da gana con los enormes ingresos petroleros
que, finalmente, llegaron a su final, al menos por ahora.
Más allá de la política es tiempo de una amplia pedagogía.
Tanto en los altos niveles de la política como con relación a la ciudadanía:
Las universidades están llamadas a cumplir un papel fundamental en esta tarea
que no admite demoras, ni en Venezuela ni en las naciones amenazadas con sufrir
males similares.
oalvarezpaz gmail.com
Sábado, 27 de febrero 2016
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