DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
EL MENSAJE DE LA IGLESIA
Algunos compatriotas, entre ellos amigos de toda la vida, me
califican de pesimista cuando conversamos sobre la situación actual. Les he
dicho que un pesimista serio de este tiempo, es en el fondo y en la forma, un
optimista realista. La enorme ilusión general provocada el pasado 6D con la
elección de la Asamblea Nacional se ha ido desdibujando. Hoy está más obscuro
el camino hacia el referéndum revocatorio que entonces. Tampoco hay Ley de Amnistía,
los presos siguen presos y los exilados mantienen su condición, no se han
concretado las decisiones relativas al Tribunal Supremo ni al Consejo Nacional
Electoral y, en fin, la obscuridad reina con relación al bendito diálogo y las
andanzas abiertas, encubiertas y secretas de algunos protagonistas siguen sin
aclararse. Debo reconocer algunas valientes decisiones de la AN, pero escapan a
la posibilidad de ejecutarlas.
Confieso mi desprecio por este tiempo venezolano. Tristeza
por el país y un profundo desprecio por el rostro baboso y acomodaticio de
políticos opositores que actúan por debajo de las expectativas creadas. Todos
estamos de acuerdo en que estamos mal y caminamos hacia peor. Los esfuerzos
para cambiar el rumbo lucen insuficientes y demasiado tímidos.
Sin embargo, en medio de este panorama sombrío la voz de la
Iglesia se levanta una y otra vez para sacudir al país, para combatir la
incertidumbre nacional y levanta olas de esperanza. Se trata de auténticas
invitaciones a la lucha contra la dictadura. El último documento, la
Exhortación de la Conferencia Episcopal, no se agota en diagnósticos ya súper
conocidos. Traza líneas maestras para orientar a la nación en el camino de la
liberación. Con ese espíritu libertario debemos asumir la responsabilidad que a
cada uno le corresponde.
Invito a escuchar la voz de nuestros Pastores y a seguir sus
enseñanzas. Ojalá todos puedan tener la oportunidad de repasar el Sermón de la
Montaña, máxima inspiración de un mensaje que adquiere cada día mayor vigencia entre
nosotros.
Ningún “diálogo” garantiza la libertad y la vida en
democracia. Hay que despertar en cada individuo el espíritu de superación y
responsabilidad para adquirir más dignidad y espíritu de superación. Así nadie
podrá someterlo. Exijamos a los políticos que salgan de las trampas existentes
entre la cautela y la pasión abandonando esa lucha permanente entre las
maniobras hábiles y la avidez de poder.
El objetivo es el cambio radical de este régimen. Lo
lograremos. Es un pecado mortal que alguien, civil o militar, le sirva a este
gobierno. Recuerden algunos, no hay secretos eternos.
Lunes, 25 de julio de 2016
@osalpaz
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