DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
URGENTE NECESIDAD DE CAMBIO
En casi sesenta años de actividad política sostenida, de
luchas abiertas y encubiertas de la más variada naturaleza, nunca me ha gustado
de mezclar su naturaleza con personas de carne y hueso. He tratado de ser
siempre respetuoso de la dignidad de cada persona humana, independientemente de
sus ideas y acciones concretas. Siendo firme e insobornable en mis convicciones
fundamentales, tanto a la hora del debate como en el combate concreto en
cualquier circunstancia, han sido muchas y variadas, jamás he ofendido el honor
del adversario y he podido asimilar sin odios ni rencores, las tantas afrentas
que he afrontado a lo largo de todos estos años. Haciendo un repaso de la vida,
atribuyo lo dicho a la familia. Una familia ejemplar en la cual el pluralismo
existió en teoría y práctica, sobre la base del respeto absoluto a cada uno de
los integrantes de la misma.
Sin embargo, al sentarme a escribir estas líneas no puedo
arrancarme de la mente la imagen triste y deplorable del señor Nicolás Maduro.
Además del daño que su pésimo gobierno ha ocasionado al país y al continente,
suficientemente diagnosticado por especialistas del mundo entero, sus últimas
actuaciones obligan a fijar posición clara frente a él como problema primario
de la Venezuela actual.
El tipo no sólo ha resultado un pésimo gobernante. También
mala gente, mala persona. Esta conclusión se ha formado progresivamente, pero
quedó ratificada en su intervención en la Avenida Bolívar el pasado 1°S y
posteriormente en Villa Rosa, Estado Nueva Esparta. Sacarle la madre al
presidente de la Asamblea Nacional, llamarlo desgraciado y amenazarlo
abiertamente, sólo es capaz de hacerlo un desquiciado mental, desesperado e
incompetente para tomar decisiones útiles para el país. Nunca quien tiene la
responsabilidad de gobernar a todo un país. Confieso haberle perdido todo el
respeto que le tenía. No me refiero a otros aspectos de su intervención porque
fue más de lo mismo. Promesas y mentiras que no se las cree ni siquiera Cilia
Flores.
En Villa Rosa, Margarita, la cosa fue peor. En el primer caso
el ofendido fue Henry Ramos, curtido en mil batallas por lo que no debió
sorprenderse, pero sí indignarse. Pero aquí Maduro perdió los estribos, se dejó
ver como lo que es, un lamentable ejemplar que odia a su pueblo al constatar que
el rechazo es universal más allá de lo que dicen las encuestas. También lo
registran.
El éxito de los demócratas el pasado 1°S y las aberrantes
actuaciones Maduro que hemos reseñado, señalan que se acabó el tiempo. Maduro
debe renunciar e irse, por las buenas, como sabia decisión personal o por las
otras vías que la Constitución señala.
Lunes, 5 de septiembre de 2016
@osalpaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario