DEMOCRACIA Y ELECCIONES
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
Estamos siguiendo de
cerca la campaña electoral que se desarrolla en Perú. Las elecciones que se
avecinan son muy importantes para todos los peruanos, pero también para el
resto de los pueblos del continente. Raras contradicciones se observan en
muchas partes, avances y retrocesos relativos a la interpretación de principios
y valores fundamentales de la democracia y la mejor forma de concretarlos en
acciones concretas resultan altamente preocupantes. Lo cierto es que el destino
de Perú para los próximos años está en juego.
Conviene recordar que las elecciones son un instrumento muy
importante de la democracia, pero no es el único y en mi opinión, tampoco es el
más importante. Sin embargo, el respeto a la voluntad popular se convierte en
una obligación clave tanto para ganadores como para perdedores, en la medida
que el respeto a la libertad, al pluralismo y a los derechos fundamentales de
la persona humana se mantenga. En esto, el gobierno tiene la responsabilidad
fundamental. La oposición tampoco podrá salirse de los cauces que todos
conocemos y no muchos respetamos.
Aspiro a que Perú fortalezca el ideal democrático y se
convierta en ejemplo de crecimiento y desarrollo. Para mí, la mejor política
social que puede existir es una economía que funcione y sea capaz de generar
oportunidades de trabajo estable y bien remunerado para todos. Es hora de
deslastrarnos de complejos ideologizados y asumir al mercado como el más
extraordinario mecanismo para crear riqueza y distribuirla. Es un grave error
plantear como contradictorios al estado y al mercado. Es un falso dilema. Ambos
pueden convivir y se necesitan desesperadamente. Al estado corresponde dictar
las normas sabias y estables para ordenar la actividad económica y las
actuaciones de los protagonistas. Para que el esquema funcione, el estado tiene
que dar el ejemplo y ser el primero en someterse a esas leyes que él mismo
dicta para todos. La seguridad jurídica no tiene sustituto. De lo contrario
todo quedaría sometido al capricho, la arbitrariedad, el tráfico de influencia,
las conocidas corruptelas que tanto daño han generado a nuestras naciones.
Estoy seguro de que el pueblo peruano quisiera tener un
gobierno honrado y eficiente, al margen del partidismo agudo, de la exagerada
concentración de poder en manos de una sola persona y el mayor grado de
descentralización posible. Con estas convicciones me refiero al futuro sin
hacer juicios de valor sobre el presente y el pasado. Deseo el mayor éxito
posible para quienes compartan estos conceptos básicos para enfrentar los retos
actuales.
@osalpaz
Viernes, 1° de abril de 2016
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