SOBRE POLÍTICA Y POLÍTICOS
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
La política está inundada de gente perezosa pero audaz y de
memoria sin cultivar. Me refiero a los tenidos por honestos. Es decir, aquellos
que no han robado dinero pero han estado muy por debajo de las expectativas que
han creado. Por eso, entre otras cosas, hay una especie de resignación
pesimista en la inmensa mayoría de los ciudadanos de nuestros países. De nuevo
aparece la vieja y mil veces comentada separación entre el país político y el
país nacional o, como prefirió definirlo Octavio Paz, el país real. Este último
es el que no sabe de política ni tiene relación con los políticos. Vive de su
exclusivo esfuerzo para asegurar su vida y el trabajo, el hogar, la educación
de los hijos y la posibilidad de abrirles a sus descendientes más y mejores
oportunidades ante la vida que las que cada uno tuvo.
Este país real tiene que convertirse en el objetivo de la
acción central de la política y de sus protagonistas. Estos no pueden continuar
cerrados sobre sí mismos en lucha infatigable por el poder olvidando lo que
debería ser la verdadera razón de su existencia. Los políticos de estos tiempos
tienen que mantener una relación directa entre los objetivos de servicio que
deben trazarse, las palabras que pronuncian y los actos que determinarán, en
definitiva, su utilidad.
En América Latina estamos hartos del populismo “progresista”.
No ha tenido límites para el empobrecimiento de la población. También de la
retórica demagógica de ese fracasadamente probado socialismo comunistoide que
todavía algunos pregonan En definitiva, padecemos un grave problema cultural
que debe ser superado cuanto antes. Ya es bastante tarde para un difícil
trabajo de reculturización, pero no es imposible. Podemos empezar poniéndonos
como meta defender siempre al individuo frente al Estado, al gobierno y ante la
propia comunidad. Este es el camino para defender y mantener la vida en
democracia y libertad. Sólo así lograremos el despertar en cada persona el espíritu de superación y de
responsabilidad, le dará dignidad y querrá vivir mejor. Nadie podrá someterlo.
Este es el mejor camino para que el pueblo confíe fundamentalmente en su propia
fuerza.
Nada de cuanto he dicho en estas cortas reflexiones. Son
insuficientes, pero válidas. El futuro de nuestra civilización depende del
desenlace del conflicto entre la persona humana y el poder. Ningún régimen
garantiza la felicidad plena, pero algunos la erosionan y hasta la quitan.
@osalpaz
Sábado, 16 de abril de 2016
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