PATRICIO AYLWIN
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
La semana pasada dedicamos este espacio a reflexionar sobre
la política y el rol que corresponde a los políticos cuando son honestos.
También dejamos constancia de nuestro criterio sobre los parámetros que
deberían servir de utilidad para calificarlos. Hoy, al escribir esta nota, está
siendo enterrado un gran hombre. Me refiero a Don Patricio Aylwin, expresidente
de Chile, exitoso abogado y profesor universitario, integrante del núcleo
originario de la Falange Nacional y posteriormente de la Democracia Cristiana
chilena. A pesar de que sabíamos de su delicada condición de salud, su muerte
nos conmovió profundamente.
Tuve la fortuna de conocerlo en vida. Tanto en Santiago como
aquí en Caracas, incluida su residencia familiar, tuvimos importantes reuniones
en diversas épocas de la vida pública de nuestros países. Se trata de un hombre
ejemplar. Extraordinario ser humano. Actuaba con una prudencia que no podía
calificarse nunca de debilidad y con una firmeza que jamás utilizó para
atropellar o amenazar indebidamente.
Junto a Eduardo Frei padre y a casi todos los fundadores de
la DC chilena, tuvimos oportunidad de conocerlos, de ser recibidos por ellos en
Santiago y de atenderlos en Venezuela desde antes de su llegada al gobierno,
durante el ejercicio del mismo, en la época de Allende, en tiempos de la
dictadura de Pinochet y posteriormente, en la etapa de reconstrucción
democrática de esa nación. Don Patricio, como es reconocido por todos, jugó el
rol protagónico más importante y trascendente en esa pacífica transición. La
democracia en el mundo seguirá en deuda con esta especial figura de la política
contemporánea.
Conversando sobre el presente y futuro en tiempos de la
dictadura, en varias partes del Continente y en Europa, normalmente en
reuniones de los organismos internacionales de la Democracia Cristiana, con
paciencia respondía nuestras inquietantes preguntas. Hablaba sobre la necesidad
de un gran acuerdo nacional. Era indispensable unir en la teoría y en la acción
desde la derecha hasta la izquierda, pasando por un centro del cual la DC se
convertía en eje para la ansiada Concertación. Por todo esto y mucho más no nos
sorprendió cuando fue escogido como candidato a la Presidencia para enfrentar a
Augusto Pinochet quien tenía diecisiete años en el poder.
Don Patricio ganó. Tuve el honor de ser uno de sus invitados
a la toma de posesión. De abrazarlo y estrechar su mano aquel inolvidable día.
Se iniciaba la reconstrucción de Chile en democracia y libertad. Sin violencia
ni sangre. Ojalá y todos nosotros sepamos ser fieles a sus enseñanzas y a su
ejemplo.
@osalpaz
Viernes, 22 de abril de 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario