martes, 26 de abril de 2016

PATRICIO AYLWIN



 PATRICIO AYLWIN
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima

La semana pasada dedicamos este espacio a reflexionar sobre la política y el rol que corresponde a los políticos cuando son honestos. También dejamos constancia de nuestro criterio sobre los parámetros que deberían servir de utilidad para calificarlos. Hoy, al escribir esta nota, está siendo enterrado un gran hombre. Me refiero a Don Patricio Aylwin, expresidente de Chile, exitoso abogado y profesor universitario, integrante del núcleo originario de la Falange Nacional y posteriormente de la Democracia Cristiana chilena. A pesar de que sabíamos de su delicada condición de salud, su muerte nos conmovió profundamente.
Tuve la fortuna de conocerlo en vida. Tanto en Santiago como aquí en Caracas, incluida su residencia familiar, tuvimos importantes reuniones en diversas épocas de la vida pública de nuestros países. Se trata de un hombre ejemplar. Extraordinario ser humano. Actuaba con una prudencia que no podía calificarse nunca de debilidad y con una firmeza que jamás utilizó para atropellar o amenazar indebidamente.
Junto a Eduardo Frei padre y a casi todos los fundadores de la DC chilena, tuvimos oportunidad de conocerlos, de ser recibidos por ellos en Santiago y de atenderlos en Venezuela desde antes de su llegada al gobierno, durante el ejercicio del mismo, en la época de Allende, en tiempos de la dictadura de Pinochet y posteriormente, en la etapa de reconstrucción democrática de esa nación. Don Patricio, como es reconocido por todos, jugó el rol protagónico más importante y trascendente en esa pacífica transición. La democracia en el mundo seguirá en deuda con esta especial figura de la política contemporánea.
Conversando sobre el presente y futuro en tiempos de la dictadura, en varias partes del Continente y en Europa, normalmente en reuniones de los organismos internacionales de la Democracia Cristiana, con paciencia respondía nuestras inquietantes preguntas. Hablaba sobre la necesidad de un gran acuerdo nacional. Era indispensable unir en la teoría y en la acción desde la derecha hasta la izquierda, pasando por un centro del cual la DC se convertía en eje para la ansiada Concertación. Por todo esto y mucho más no nos sorprendió cuando fue escogido como candidato a la Presidencia para enfrentar a Augusto Pinochet quien tenía diecisiete años en el poder.
Don Patricio ganó. Tuve el honor de ser uno de sus invitados a la toma de posesión. De abrazarlo y estrechar su mano aquel inolvidable día. Se iniciaba la reconstrucción de Chile en democracia y libertad. Sin violencia ni sangre. Ojalá y todos nosotros sepamos ser fieles a sus enseñanzas y a su ejemplo.
@osalpaz
Viernes, 22 de abril de 2016

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