DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
LLEGÓ LA HORA
Quizás estamos un poco atrasados. Hemos perdido demasiado
tiempo en lo que ha debido ser una lucha sin cuartel frente a la dictadura.
Entre otras cosas por inexplicables confusiones a la hora de determinar la
verdadera naturaleza del régimen que nos gobierna. ¿Democracia, democracia
imperfecta, revolución, socialismo del siglo XXI?, todavía hay quienes discuten
sobre lo que está absolutamente claro. En Venezuela hay una dictadura, una
tiranía para el gusto de algunos, un régimen más totalitario que autoritario.
En fin, como lo queramos definir, se trata de una situación que tenemos la
obligación de combatir sin tregua hasta lograr el cambio indispensable para
regresar a la vida en libertad y democracia. Todo lo que contribuya a alcanzar
este objetivo merece nuestra solidaridad y apoyo. Al contrario, debemos
rechazar las actitudes débiles que rayan en la complicidad o generan sospechas
de corrupción, de algunos que sin ser protagonistas directos del gobierno,
aparentan estar en la oposición. Merecen nuestro desprecio, tanto o más que los
mismos protagonistas del régimen.
El inventario de problemas dramáticos que golpean al
ciudadano común de hoy, crece en progresión geométrica día a día. A los ya conocidos
debemos agregar otro, tan preocupante como los diagnosticados desde hace
tiempo. Se trata de la emigración masiva de compatriotas. Viejos y jóvenes,
ricos, pobres y clase media, aumentan en número y circunstancias que los llevan
a salir del país para buscar seguridad personal, familiar y económica en otra
parte. La descapitalización humana es impresionante. Jóvenes, profesionales de
los mejor preparados y capacitados del país en disciplinas fundamentales para
el desarrollo integral de la nación, se están movilizando hacia el exterior
siendo recibidos con los brazos abiertos en universidades, centros de estudio y
empresas tanto nacionales como internacionales. Otros, sin esta preparación ni
oficio específico, atraviesan por múltiples dificultades pero sobreviven
estabilizándose progresivamente.
Esto significa un problema mayor. Entre otra cosa por la
desintegración física de muchas familias que ven partir a los hijos, quedando
como ¨padres huérfanos”, de acuerdo al calificativo que alguna vez leí en artículo
de Elizabeth Fuentes, si no me equivoco. Gracias a Dios, la Patria Grande está
en todos. Hablo de la separación física ya que la otra, la ética, la moral, la
espiritual permanece en cada uno de los hijos de esta Patria de Bolívar “y el millón de grandes”.
Estas reflexiones tienen por objeto recordar a los lectores
la obligación suprema de esta hora. La lucha es sin dar ni pedir cuartel. Se
trata de un reto existencial que trasciende, en mucho, lo estrictamente
electoral.
Lunes, 22 de agosto de 2016
@osalpaz
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