PERÚ COMO EJEMPLO
Oswaldo Álvarez Paz
EXPRESO, Lima
Aunque también pudiéramos hablar en tiempo pasado de los
accidentados ejemplos que Perú ha dado, difíciles casi todos, me refiero a lo
que está por venir bajo la presidencia de P.P. Kuczynski. Hasta ahora no ha
engañado a nadie. Quienes votaron por él y quienes no lo hicieron, conocen
perfectamente su formación profesional y las orientaciones que, seguramente,
tendrán las acciones políticas de su gobierno.
Somos muchos los que en este contradictorio continente
seguimos esperanzados la gestión que se inicia. Ojala pueda servir de ejemplo y
guía para algunos de nuestros países, perdidos en un mar infinito de
incoherencias, contradicciones y no poca corrupción política y administrativa.
Tiene todo para triunfar. Entre otras cosas olfato y visión,
producto de una larga experiencia teórica y práctica, buena disposición al
diálogo productivo y ausencia de odios y resentimientos. Todo ello pudiera
facilitar entendimientos básicos con un parlamento mayoritariamente opositor,
pero no enemigo, al menos hasta ahora. La tarea será enorme y la
responsabilidad tremenda para un hombre de su edad y circunstancias.
PPK debe entender que no ha sido elegido para “ser popular”.
No puede darse el lujo de gobernar en base a demagogia derivada de encuestas
para complacer exclusivamente lo que la gente quiera, sino para cumplir con su
deber y convencer con la palabras y el ejemplo a quienes aún no han captado la
magnitud de la tarea.
Tengo mucha fe y le doy un voto pleno de confianza. Espero
que sepa rodearse de un equipo plural, pero básicamente comprometido con las
cosas que de verdad importan para enfrentar, sin vacilaciones, los enromes y
riesgosos peligros del trabajo que están iniciando. Es demasiado importante lo
que está en juego para Perú y todo este atormentado continente. Deberá tener
cuidado con los halagos exagerados. Muchos son más para debilitar la firmeza
que para honrar a quienes van dirigidos. Me permito recordar que de los
adversarios no hay que temer tanto sus vicios, sino las virtudes. Parece una
paradoja, pero no lo es.
La mayoría de los políticos viven atrapados entra las
maniobras sagaces y la avidez de poder. Es entonces cuando los gobernantes
deben abandonar la actitud de ser consecuentes con lo que han hecho o dicho en
el pasado, sino aferrarse a la verdad tal como la ven en el momento en que les
corresponda actuar.
En Venezuela tenemos muchas esperanzas en la etapa recién
iniciada en Perú. Sabemos que no será fácil, pero tampoco imposible.
Viernes, 5 de agosto de 2016
@osalpaz
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